perder la cabeza. Entre tus piernas. Todas las noches que quedan. Y las que llevamos de retraso.
Quisiera. Perder. La cabeza. Con la tuya. Entre mis piernas. Todos los gritos que guardo. Y los que llevas de retraso.
Quisiera. Perderme entera. También un pedazo de mí. Varios. Muchos. Todos. Entre tus dientes. Entre tus dedos. Entre tu barba. Entre tu polla. Entre tus testículos. Entre tu culo. Entre tus brazos. Entre tu lengua. Entre tus gemidos soeces. Entre tus ojos. Como una bala. Justo en el centro.
Y que me mires. Como si fuese. Que lo soy. La más sexy del mundo. Y mirarte. Como si lo fueses. Que lo eres. El más sexy del mundo. Y tu centro. Y mi centro. Colisionen. Tres docenas de veces. En la misma noche. Mientras me hago líquida sobre tus sábanas nuevas. Mientras me hago líquida bajo todos los techos que existen. Mientras me hago líquida. Y me dejo ir. Ir. Ir. Ir. Hasta que me pidas que vuelva. Y me abraces. Y me beses ese cachito de piel que hay detrás de la oreja. Y lo lamas. Y me digas. Vuelve. Todas esas noches que llevamos de retraso. Porque no te conocía. Y ésta. Es una buena forma de conocerte. Sin bragas. Sin tiempo. Sin nada que perder.
Sólo la cabeza. También el reloj. Y el pudor. Del principio. Mientras soy una niña. Una princesa. Unos ojos tímidos. Ante la primera vez que son todas las primeras veces. Y ya luego. Perder. La corona. Con tus dedos en mi coño. Tan dentro. Tan profundo. Que saltemos en mil pedazos monárquicos. Y me hagas. República. De orgasmos. Anárquicos. En tierra de nadie. Que será un poco tuya. Cada vez que beses. Y yo. Me pierda. Mientras me hago líquida. Y tú. Sólo tengas. Sed. de Mí.
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