El primero se creó a sí misma.
El segundo gozó de sí.
El tercero difundió la palabra.
El cuarto se repartió entre los más necesitados.
El sexto dejó de comulgar con lo preestablecido.
El séptimo se negó a descansar.
Adora su imágen y no tiene semejanza con nadie. Habita en su paraíso particular y está tan buena sola como acompañada. Carne de su propia carne, se ha acostumbrado a sentirse diosa entre lo terrenal.
Amén.
Amén hermana.
ResponderEliminar¿ pequeña?
EliminarHermanita? Jajajaja!
Eliminarherejía triunfal.
ResponderEliminarbesos.
hoy ha venido ud. escueto.
Eliminarpecados quizas... carne de su propia carne... me encanto tu entrada, me quedo por aqui
ResponderEliminarfeliz dia