sábado, 22 de abril de 2017

Noche, casi.

Casi las nueve, y es de día. Mira las nubes, mira el cielo, mira los tejados. Todo a la vista mientras se hunde el sol. Cuanto me gusta. Llegando el verano que las horas arañen minutos de luz, toda aquella que robó el inverno. Mis inviernos. Aquellos helados con la piel de punta y el vello de gallina, y unas bragas de tiro alto con su camiseta interior por dentro. Tan poco sexy. Y guardando el mejor calor a la vez. Pero ahora, que ya hace calor externo, que falta poco para que arda el aire, para que arda yo ( más), bendigo la noche. La bendigo desde mi ombligo impío, porque de ahí parten todas las noches que son capaces de engullir los días. Ahí, sobre un colchón yermo. Sin más sábanas que tu piel, y mi piel, revueltas, desparramadas, húmedas, sucias, como para echar a lavar. Pero no. Sigamos. Ensuciando. Que es gerundio. Del participio follar. Haciendo noche. Quiero noche. Mucha noche. Para el sexo me hace falta noche. Provócame una noche, créamela, créemela. Ya. Si se hace de día, cerraremos las cortinas, las persianas, sólo una rendija para adivinar tus ojos, y vislumbrar tu cuerpo. El sexo se hizo para lo noche. También follar. Es como un secreto. Un secreto negro y oscuro. Como tu boca porque no veo tu lengua, como mi coño porque siempre ha sido oscuro y negro. Por éso te gusta. Y metes el dedo. Tal si fuera una llaga, para escocerme y hacerme sangrar. Sangre roja en esta noche negra. Ya casi no hay luz. Mira las nubes, mira el cielo, mira los tejados. Por última vez. En cuanto se vaya el sol no volverán a ser los mismos. Serán siluetas. Incógnitas. Podría ser la nube. el cielo, el tejado. Así es la noche. Podría ser yo, tú. cualquiera. Desde la noche puedo ser cualquiera, y una cualquiera. Mientras me arrancas las bragas y el reloj marca las tres de la mañana. Metes tu mano, entre mis piernas. Buscas mis labios. Buscas mi carne. Buscas mi pequeño vacío. Y lo llenas, Buscando mi gemido. Tu dedo es yema cubierta de líquido. Espeso y caliente. Calientes mis tetas, y espesas. Desparramadas sobre mí cuando estoy boca arriba. Duras dentro de ti cuando  las muerdes. Éso es la noche. Tu mano follando mi coño. Tu boca comiendo mis tetas. Y yo sin querer dormir, pero haciendo que duermo. Cerrados los ojos para dejarme llevar. Me llevas. A lugares por conocer, pero terminaremos conociendo. Sin salir del colchón. Pero más que salidos. Cuanto más te sales, más entras en mí. Ya no sé si es tu dedo. O son dos. O son tres. O casi tu mano. O quizá te has puesto encima y estás intentando penetrarme. Yo que sé. Es de noche. Quien quiere saber. Fóllame ignorante cuatro o cinco veces, y cuando sea de día, cierra las nubes, cierra el cielo, cierra los tejados. Y fóllame, haciéndome el amor.

2 comentarios:

  1. Días largos, noches cálidas, horas para el placer...

    Delicioso leerte

    ResponderEliminar
  2. ¡Cuánto puede dar de si una cálida noche en buena compañía!

    Besos.

    ResponderEliminar