Aire. Viento. Con las ventanas cerradas. Y las piernas abiertas.
Hacía calor. Y yo cerré las ventanas. Cómo comenzó a correr el aire. Corría como los minutos, como su voz. Comenzó a quemarme el teléfono. Yo me quedaba sin aire. Y el aire corría entre mis piernas abiertas. Remolino. De palabras al otro lado del móvil. De viento bajo mi ombligo. Viento. Aire. Húmedo. Como una lengua. Queriendo atravesar mis bragas. Rompiendo el aire seco de la habitación. Rompiendo su voz. Haciéndola añicos. Pedazos. Cada pedazo una lengua nueva, allí, de nuevo, entre mis piernas. Lengua, aire, viento. A tomar por el culo mis bragas. A tomar por el culo esa voz en mi oreja. Clavándose en mi tímpano. Retumbando en mi coño. Haciendo aguas de mis bragas rotas. De mis silencios rotos. De mi ombligo todavía más rotas. De estas manos que quiero romper entre mis labios. Con la boca seca, en un grito seco. Con mis labios mojados, en dique seco. Creo que sobreviene tempestad. Vendrá detrás de mis dedos. De mis dedos rotos, rotos con aire y viento. Viento que me ha dejado él. Y ahora no quedará más remedio que volar, tras volarme el coño. En mil pedazos.
Me encanta... ¡Quién pudiera arrancarte las bragas y hacerte sentir todo ese torrente de sensaciones!
ResponderEliminarBesos.