viernes, 28 de febrero de 2014

Intolerancia a la lactosa



Queridos, el semen sabe mal. Asquerosamente mal. 

A pesar de su belleza visual, y su enorme parecido a la deliciosa leche condensada, la lefa amarga. El sabor es clavadito a su olor. Así que, amigo, báñame las nalgas con él, inúndame el coño, riega mi ombligo, moja mi púbis, príngame el pelo incluso; pero no, no voy a tragármelo, no insistas. ¿ Acaso te doy yo pan para rebañar cuando me comes el coño?, ¿ me has visto tentarte con una cuchara de postre?, ¿ te he preguntado alguna vez si quieres un tupper?.  Pues eso, cariño, carne te como toda la que quieras, pero la leche... para el desayuno y con nesquik.

martes, 25 de febrero de 2014

Riendas


Galopar con el alma y la melena al viento. Atravesando tus ojos mi garganta mientras me lamen el sudor de la nuca. Veo esa boca abierta y muda en un rictus de deseo mortal. Y yo cabalgo hasta que se me ajan los muslos, y me venzo, herida y densa sobre el dolor de tus huevos. Te beso. Te beso a vida o a muerte con la sal de mi boca. Esta boca infame y loca que te muerde y devora, que grita, que aulla, que llora, susurra tu nombre, e implora. Atiendes mis plegarias alzando mi culo en pompa, haciendo de mi cuerpo amazona grupa, ahora es tu polla quien me monta. Así hasta el amanecer, follar y vencer.

sábado, 22 de febrero de 2014

Analgesia casera



Y cuando la cabeza te pide un suicidio asistido porque ya no puede más. Cuando esa cefalea insoportable te visita como en cada cambio de estación, y una guillotina comienza a parecerte una buena elección ( aunque rime con tonadilla de canción), cuando ya llevas tres pastillas de colores diferentes y te sientes yonqui, cuando el cuello es un mero nudo que te ata al dolor, cuando las únicas ganas que tienes de levantarte de la cama es para saltar por la ventana... de pronto, en el fragor del calor de las mantas te quitas la parte de arriba para no morir sofocada, y los pezones, ladinos y astutos ellos, comienzan a pensar por su cuenta.  Piensan que es un buen momento para ponerse duros, para rozar la sábana que te cubre e intentar traspasarla. Y en una especie de delirio doloroso y febril, te pellizcas  uno, y gimes un poquito, un muchito por esta puta cabeza, y un poquito por ese pezón juguetón y travieso. Aburrida como una mona y desesperada en este sábado de funeral y oscuridad, deslizas las manos por debajo de la cinturilla de las mallas, bajas tus bragas y a dos dedos comienzas a masturbarte. Índice izquierdo, índice derecho, vuelta y vuelta, y otro poco más. Los anulares y corazones, apartan los labios mayores y menores, acarician la suave e incipiente húmeda piel. Ahí te olvidas casi por completo de la cabeza, la migraña y la puta madre que los parió, y te conviertes en un coño inmenso e infinito con dos tetas que piden guerra, y te das a ellas, te vuelves su esclava, comienzas a suspirar y jadear en soledad allí debajo de la ropa de cama. Es una paja deliciosamente lenta, como si te follase el tiempo. Abres las piernas hasta que los pies se te salen por cada extremo del colchón, y mientras exprimes jugosamente el clítoris, te da por meterte la otra mano por esa oquedad carnosa y querenciosa. Ahora sientes más placer que dolor, ojalá durase para siempre.  Lo alargas lo más que puedes, lo ralentizas, lo detienes, vuelves, cambias la mano por un objeto de formas sensuales y penetrantes, y te violas con él mientras le gritas a la nada. Te corres insoportable y escandalosamente. Era inevitable. 

Corres a lavarte esas manos manchadas de tí, y el martilleo vuelve a llamar a la puerta. Abres la ducha mientras te zampas otro ibuprofeno más, y rezas para que no te encuentren muerta de sobredósis antiinflamatoria, con el bote del suavizante del pelo encajado entre tus piernas.

jueves, 20 de febrero de 2014

Petite




Y hoy que puedo follar, voy y no quiero.

Además me duele de una forma inhumana la cabeza, y de la misma manera me taladran los ovarios, y encima ha llegado la regla sin avisar y con una semana de adelanto. No tengo ganas, ni fuerzas para pollas y polvaredas. Yo sólo quiero mimos y ponerme el pijama, y ser una de tantas. Hay días en los que soy pequeña, dulce y casi virginal. Y esos días, los días esos,  también tienen derecho a ser escritos, qué cojones.

martes, 18 de febrero de 2014

Cadáver exquisito.





Hay quien se mata trabajando, quien se mata a disgustos o quien se mata de hambre. 

Yo prefiero matarme a pajas.

Puestos a tener instintos suicidas, mejor morir de gusto.

domingo, 16 de febrero de 2014

Recuerdo al azar para un domingo.




Me lo follé tantas veces que ya no recuerdo ni su cara. 

Se difuminan borrosos sus rasgos entre tantos otros olvidos sin importancia. Prendidos quedan algunos flecos ondeando en la memoria: el cabello tirando a rubio, atractivo, delgado, sonrisa traviesa, aquello de que era de la capital cerca de la estación de Atocha, pero que estaba en esa ciudad por trabajo de forma temporal, y el apartamento. Un piso alquilado y pequeño de cocina americana y escaso salón, el dormitorio luminoso con cama doble; todo ello en la zona nueva cerca del mar, pero sin poder verlo. El edificio era reciente y los muebles casi a estrenar, del colchón quedó muy poco porque yo siempre estaba dispuesta cuando sonaba el tono de sms del móvil. 

Fue en aquellos tiempos cuando yo comenzaba a descubrir que el sexo ya no tenía nada que ver con el amor, y empecé a sentir aquel disfrute efímero y obsesivo de ser usada. Después de una relación absurda y posesivamente larga, follar sin cadenas en el alma parecía algo de lo más refrescante. 

Me excitaba sobremanera haberlo conocido única y exclusivamente para follar. Internet había abierto una puerta enorme llena de posibilidades. La primera noche hubo copas, risas y besos. No creo que hubiese una segunda, mi cabeza sólo me registra a mí en aquellas tardes de sol veraniego acudiendo con las bragas húmedas hacia  aquel apartamento. Veo su silueta indefinida detrás de mí en aquel espejo, cabalgando  mis muslos cruelmente despacio mientras mi boca roja y sudorosa le pedía más. Veo mi cuerpo esbelto y desnudo encima de su pelvis, atrapando su polla entre mis saltos mientas el sol me calentaba la espalda y las ansias. Nunca era un sólo polvo. Uno no bastaba. Se hacía de  noche saciándonos la polla y el coño, dejando a las sábanas inútiles para siempre. 

Yo me vestía, y ganaba la calle y mi casa sola, hasta el siguiente mensaje de texto, cuando me abandonaba a aquellos pezones erectos que provocaban su politono, y corría en minifalda por el puerto para llegar sin haliento pero con toda el hambre del mundo a su puerta.

Al terminar el verano volvió a Madrid. No volvimos a leernos, ni vernos. Olvidé pronto su nombre y su cara, pero no el apartamento.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Esperando al mago del Siam



Hace cuatro días que no follo. 

Y para rematar, estoy ovulando.

No hay pared por la que no me suba en casa ni muñón que  me quede por morder. Además ahí fuera llueve. Llueve de tal forma que no para de llover, reventaría con cuatrocientos golpes de mis puños este maldito cristal; pero hace frío, igual se me agrieta esta piel caliente y después no soy capaz de volverla a coser. Perdí el hilo hace unos días entre los retales de mí misma, llevo los remiendos colgando en las ganas. Me hace falta una luna llena para aullarle al mundo, y calzarme mi carné de loba. Será este viernes, mientras el resto ande haciéndole mimos al amor, yo me abriré de piernas a un tipo con suerte, para follar como una loca. 


( aprovecho para dar las gracias a los que me habéis mandado mails. )

domingo, 9 de febrero de 2014

Pedorretas



Confesemos. Levantémonos, alcemos la voz en este círculo de pedorras anónimas, y digamos al resto de la concurrencia: -Hola, me llamo Pommette, y sí yo también me tiro pedos por el coño cuando follo. Nos sentiremos aliviadas y comprendidas de forma inmediata. Hay que levantar al aire los secretos y compartirlos,  para darnos cuenta que no tienen la menor importancia. Yo sé que tú también lo haces, aunque ahora te sonrojes y te pienses muy mucho el dejar un comentario; ambas sabemos que vas a soltar una mentirijilla. Nosotras somos así, porque ellos, ellos sí comentarán, y además nos contarán cuantas y cuales de sus novias les hacían matasuegras con la polla en medio de un cuesco vaginal... descomunal. 

Perdámosle el miedo al pedo,  ( a ése y al otro, porque ya puestas, y aunque quede cero glamuroso; también suelto de los otros, lo que se queda dentro mata, ya lo decía mi abuela) démosle forma y explicación (bueno, os voy a dar yo la mía que para éso soy la chapas de este blog). La ventosidad es aire, tomemos pues al coño como un instrumento de viento, así que, queridas amigas,  somos privilegiadas ¡¡ componemos música al follar!! (somos artistas, del colchón y de la pista). Queda así confirmado que seguimos haciendo dos cosas a la vez, y ambas la mar de bien. 

A mí, sinceramente, cuando me pasa ésto mientras follo, me da la risa. Es inevitable. Así que además del folleteo, me lo paso bien; supongo que el partenaire también, de hecho comparte las risas, aunque no sé si será porque piensan que estoy un poco pallá" o porque les parece divertido de verdad. Da igual. Los polvos además de embestidas, también deben estar llenos de risas, y al que no le guste, que no repita. Al final huele más un tío sieso que una pedorreta uterina. 

Son inodoros, insípidos e incoloros, sólo son... sonoros, y ondulantes. Ahí es donde debemos sacar partido al tema, aprender de él, usarlo. Nos enseña que somos de vagina amplia y acogedora, que si queremos nos cabe un regimiento de infantería entre las piernas, y que tenemos la capacidad  hacer el vacío con el coño en 0'3. Si ésto lo hacemos útil, podemos ser poseedoras de un título cum laude en el arte del joder. Deja que salga el aire, libéralo, échalo al mundo, y mientras esa polla gorda vuelve a entrometerse dentro de tí, aprovecha  y retén ese viento que ya no existe, aprisiona el glande con las paredes de tu coño, y una vez que lo hayas sentido dentro de tí como si fuese un calipo gigante de lima dentro de tu boca, hazlo libre poco a poco en el sentido inverso de las agujas del reloj.  Repite la operación con cada entrada y salida de polla, vuelve a ser música, pero esta vez tan sólo ritmo. Viento y percusión al compás. Oirás sonar los platillos en el acorde final, como pocas veces en tu vida, nena. ¡ Ya verás! 

viernes, 7 de febrero de 2014

Follar después de la siesta es lo que tiene.




Cientos de lunares tachonan mi piel. Pequeños puntitos de color marrón que van formando galaxias y constelaciones a lo largo y ancho de mí. 
De vez en cuando jugamos a unirlos, a dibujar formas geométricas o signos del zodiaco con ellos, es un mapa estelar infinito en el que tu lengua se pierde mil veces para volver a encontrarse novecientasnoventaynueve, porque cuando tropiezas en esa peca más grande, más rugosa y más clara, la hermosura de mi pubis hace que te olvides de todo lo demás. 

No importa el puñado de cuartos de hora que hayas pasado lamiendo y relamiendo cada línea entre dos puntos, lo saciado que estés de tanta piel salada y tanta piel dulce animándote el gusto, los viajes entre los cuatro puntos cardinales de mi cuerpo a puro lengüetazo, la saliva perdida de tus labios decidió vestirme entera como un segundo pelaje. 

Y dejo de ser lunares y piel, y soy un cucurucho  ardiente de fresa al que chupas y derrites de nuevo entera, justo hasta el encuentro con la peca. Ahí la memoria te abandona, y la lengua redobla su fuerza, se te pierden los ojos y el sentido entre mis labios y me devoras. Dices que huele a fruta fresca, a sal marina, a corazón caliente a lluvia espesa. Te atragantas entre aromas y fluidos, y yo me arqueo entre algún espasmo y varios gemidos. La lengua y el coño se despellejan mutuamente, mientras tú intentas saciar tu apetito caníbal y yo me muero de hambre por tu polla entre mis piernas. 

Al final me voy, entre calambres y sacudidas de placer, arrancándole un grito agudo al orgasmo y de paso a tí tres cabellos del flequillo. Entonces, antes de darme la vuelta y penetrarme, me susurras al oido: tu corrida es como ese chocolate puro que te encuentras al final del helado, al comerte el último pedazo de barquillo.Yo hago como que no te oigo, y tú me sigues follando sobre la alfombra; la tarrina  de Hägen del postre cae al suelo; y vuelvo a correrme mientras intento no olvidar esa idea que se me ha ocurrido para el post.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Al plato



Soy amante de los huevos. Así a bocajarro, tal y como suena.
Adoro a esas dos pelotas gordas que cuelgan por debajo de la polla. Me fascinan. Da igual que el polvo sea de horas o una follada exprés, para ellos siempre tengo tiempo.

Sopesarlos, acariciarlos, oprimirlos entre mis manos, jugar a malabares con el escroto entre mis dedos, es algo apasionante y adictivo. Más que agradable es esa sensación cárnica y maleable que rellena mis manos, un pequeño instante de poder en el que si aprietas demasiado desgracias a tu amante, y si eres demasiado suave te quedas con más ganas.Me pasaría horas tocándolos, comprimiéndolos, exprimiéndolos. Hay quien es de dedos en el culo, o de lengua en el ombligo, lo mío es el juego testicular. 

Honestamente, creo que no se les da la importancia que merecen, y a mí saben muy bien como complacerme, así que los venero ( que no venereo,  una es limpia y recién planchá) y premio con estrujamientos precisamente medidos. Es un buen trato, a mí me encanta, y a ellos ni os cuento. Sobre todo cuando relevo a mis manos y es la boca la que pide guerra. Porque no es cuestión sólo de tacto, si no también de gusto y digestión; y si me gusta palparlos, chuparlos ya es el delirio.

Sentir entre los labios los pliegues escrotales, lamer la intersección que los separa con mimo y desenfreno, chupar el pequeño haciendo el vacío con los carrillos, atragantarte con el grande en un instante de locura caníbal. Son las chuches del manjar del sexo, hasta que nos ponemos a follar. 

Ya entrados en materia ( y entrada también la polla hace un buen rato), cuando el sudor entra en su punto de evaporación, los gritos traspasan los tabiques de pladur, y una comienza a cagarse en la profesión más antigua del mundo y a supliar por todo el santoral... ahí, ahí llega el momento más sublime, gozoso y perfecto para un orgasmo arrasador, cuando los cuerpos pasan a ser perros, jodiendo a cuatro patas contra el mundo, con la cabeza más allá del techo y la polla taldrándote hasta el tuétano.Sí, ahí, en ese cabalgar inconsciente y eterno, donde el coño pierde su fondo, y las caderas se vuelven hierro, llegan esas enormes y jugosas pelotas a rebotar a cien por hora, contra mi culo, contra mis labios, contra mi clítoris dándome un placer inigualable y derritiéndome en el previo del orgasmo. ¿ Cómo no voy a adorarlos?

Y no, ésto no viene a cuento de nada, pero ahora ya sabéis que además de una tía tremendamente maja, no hay otra como yo tocando los huevos.