viernes, 30 de mayo de 2014

Danzas en mi cabeza y me penetras... hasta el fondo.


El milagro de bailar estando muerta, el pecado de no andar habiendo vida. Y sería un pecado que no vinieses a follarme mientras aún vivo, y un milagro todavía mayor que vinieras a follarme antes de morirnos. 
Aunque sea en la distancia, sin muto acuerdo y sólo amigos. Aunque sea soñando, sin tocarnos y esté prohibido. Aunque yo no lo diga, ni tú tampoco lo escuches. Sin que yo lo pida, sin que tú lo aceptes.
Lo confieso. Ya te he desecho el amor más de una vez. Me obsesionas y me crujes el ombligo. No sé  como lo haces. No eres mi tipo.  Pero sé que te gusto. Como te gustan todas y ninguna. Y no me lo dices.Deja este baile y dime al oído: ¿ Tú has follado alguna vez en secreto conmigo?.
Después dejaré de bailarme, de  follarte, y me masturbaré una única vez contigo.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Misturbaciones




Orgasmos que agonizan en gargantas repletas de semen y desidia. Coños partidos en dos a juego con el alma y la vida. Neveras más llenas que los días, atracón de medianoche a falta de engullirse a una misma. Abstemia anónima adicta a los brotes de placer efímero. Muescas sin nombre en el cabecero de la cama. Inconsolables las horas cubierta la alfombra de consoladores sin pilas. Y las manos trémulas buscando un resquicio de calor humano entre mis oquedades viscosas y húmedas. Así, como si por un milagro, a mitad de una mala paja, con los dedos pudiese encenderme el corazón.

viernes, 23 de mayo de 2014

Polvos ansiosos.




Sexo descarnado, sucio, vivo y a contracorriente. Del que no viene en los libros, ni en las películas de amor. 
Sexo sin motivo, sin destino, sin amigos y nada convencido. Del que no dicen nada bueno, porque no hay palabras.
Sexo por sexo. Diente por diente. Ojo por ojo. Coño por polla. 
Te condeno a veinte noches y un día. Porque eres terriblemente malo. Y yo muchísimo peor. 
La inquina en la cama es un arma brutal. Matarnos follando. No se me ocurre mejor forma de morir. Ni de no vivir. Deshacernos el amor a golpes de pelvis embrutecidas e inhumanas. Follarnos como perros en las vias del tren. Sin conciencia ni remordimientos. Suicidarnos con el orgasmo del otro ahorcado en la garganta. Desvivirnos. 
Y tu semen acaricia mis entrañas como un puñal oxidado lleno de odio. Es la más maravillosa sensación que he tenido nunca. El más cruel de los orgasmos. La felicidad dura un instante. Yo un segundo menos. Entonces te exijo que me violes de nuevo, y esta vez con sangre. Huimos de nuevo desnudos y enloquecidos hacia ninguna parte. Ganamos. Una noche más el cajón del orfidal sigue intacto.

domingo, 18 de mayo de 2014

La primera virginidad fue por amor, la segunda... por mí.




Era de noche y el himen pendiendo de un hilo una vez más. 

Con el amor pudiéndolo todo aquella enorme polla volvió a intentarlo. La misma que durante algunos años me taladraría entre bricolajes caseros de inmenso placer. De tal manera, que una vez roto el amor, la pasión se redobló de una forma obsesiva, compulsiva, asesina. Y yací muerta pero más viva que ninguna entre tus brazos todas aquellas noches de descuento en mi autoestima. No había más polla que la tuya, ni más labios que los de tu boca, ni más ganas que las mías, envueltas en amor. Porque yo, y tú lo sabías, te seguía queriendo contra mí misma. Fuiste el primero entre mis piernas, el primero entre mis almas, y yo no concebía más allá de que también fueses el último. Me dejé en el camino. A mí y a todos. Cerré el corazón a cal y canto, y tiré la llave junto a las de los oidos, la boca y la dignidad. Cada noche me arrastraba hasta tu cama, me amaba a mí misma a través de aquellos polvos; y a tí. Te amaba tanto. Tanto como sólo puede hacerlo una ciega gilipollas sin más dedos de frente que la mitad de uno. Y por aquel entonces todas mis mitades no hacían ni un cuarto. En ese cuarto. Aquel refugio. Aquella mentira. Y tú lo sabías.  Y yo te mendigaba. Y seguía pendiendo de aquel hilo mental, tan, tan, tan fatal. Terminamos mal. Menos mal que partí peras yo. Aunque me bajaste del coche tú, como una puta cualquiera que cobra de más, o puede que menos. Nunca más si es no, me escupió en la cara aquel humo de cigarro negro. Nunca más leí en la matrícula de aquel viejo fiat. Nunca más señaló tu anular al cielo en la última curva del paseo. Nunca más respiré tan libre como en aquel bendito momento. 

Y la vida, el sexo y mi coño; comenzaron de nuevo.

martes, 13 de mayo de 2014

Demasiada presión para follar.



Iba a dar veinte rodeos para dejar bonita esta confesión que me ahoga. Pero mejor lo suelto, así, tal cual y que salga el sol por "mantequera"....

¡ No puedo follar cuando estoy estreñida!!!

Ya está, ya lo he dicho. Y ni sé si le pasa a alguien más, ni si soy más bruta que un arado. Lo único importante es que llevo tres días sin mi momento allbran y algo dentro de mí de me comprime, me ahoga y me duele. Mi coño empatiza demasiado. Yo con unas ganas terribles de echar un polvo, y él, cerrado. 


Qué queréis que os diga. A mí este tema me trae de culo.

jueves, 8 de mayo de 2014

Desatada y Copulativa.



Y de postre ¡ YO! 

Y a la mierda la dieta.
Y que se acabe el mundo.
Y que la ceguera nos castigue por esta gula capital.
Y rompamos las normas.
Y deshazte de la vergüenza y la política correcta.
Y ven.
Y ven.
Y ven.
Y las bragas en Constantinopla.
Y mi nariz en Cuenca.
Y mi coño en tu boca.
Y de primer plato postre.
Y de segundo postre.
Y de postre... TÚ.

martes, 6 de mayo de 2014

Imaginar que me follas es sólo la mitad del juego.




Su foto en sepia me mira desde estos cuatro costados que tiene mi monitor. Se me clavan sus ojos, se me clava su media sonrisa, se me clavan todas esas palabras que medio no me dice, y por un segundo, yo, todo lo que quiero que me clave es su polla.

Y que deje de observarme inmóvil desde su mejor foto, y de no decirme todos esos nadas tan llenos de todo, y de jugarme a a los toma y daca que me ponen tan nerviosa y me saben a caramelos ya chupados por otra. 

Que deje de ser plano y se haga de tres dimensiones sobre mi cuerpo. Que me tape los ojos con una mano, y la boca con la otra, y el coño, ya puestos, con su polla. Que me susurre al oido con esa voz que nunca escuché, que voy a saber lo que es bueno, y después me lo demuestre una docena de veces hasta que la alfombra se rompa y yo con ella. Un polvo a ciegas y a mudas. Un polvo de oidas. Un polvo sin más marcas que la de sus dedos y su miembro traspasando la pantalla y mis nalgas. Una follada infinita, que  me sacie de todas esas horas que vaciaron sus ojos. Sólo necesito éso. No es mucho pedir. Pero  no lo haré. Si hay algo que lo supere, es él y estas palabras: ¿ Dónde quedamos?, quiero follarte.

domingo, 4 de mayo de 2014