jueves, 31 de octubre de 2013

Si queda algo de mí





No me llames por mi nombre, échalo a un lado como haces conmigo cuando te das la vuelta satisfecho después de haberme follado el rato que has querido.

Me llenas mil veces de tí, me inundas, me acuchillas, me empalas, me atraviesas el coño hasta mi entraña más profunda. Y a cada embestida tuya yo me vacío de mí misma, cada vez un poco más. Ya ni rastro queda de aquella que llegó a tí confiada y desnuda, prendida al calor que desprendías como si fuese lo único bueno que quedase sobre la faz de este cementerio. Qué equivocada estaba, que tarde me dí cuenta, ni tan siquiera ahora quiero creerlo del todo. Yo que valía imperios, cuan bajo precio me fijé, que barata me compraste, te salí incluso mejor que regalada.

Vienes cuando quieres, te marchas cuando gustas. Entremedias... me desfloras entre el barro de los posos de mi alma marchita. Me dejas muy puta cuando cierras la puerta, y me encuentras de nuevo vírgen a tu vuelta. Mi sonrisa ya es carmín de compostura, preparado con rutina y maquillaje que disfraza una ilusión que se va muriendo cada día un poco más entre tu esperma.

Cabalgas mi cuerpo esos diez minutos que te dura el interés . Usas mi piel desangrando mi carne, haciendo polvo mis huesos y desintegrando mi dignidad. Apenas queda nada de ella y de mí. Me pudro en los vaivenes de tu goce sin que a tí te importe un bledo.  Cualquier día, mientras finjo orgasmos y sonrisas, en el momento en que tu semen y tus ego resbalan sobre este coño sin vida, me romperé en mil pedazos anónimos. Porque aunque tú lo goces gritándolo mil veces, yo ya hace cien vidas que no recuerdo mi nombre.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Frío del carajo




Hoy ha sido mi primer día de calefacción. La he inaugurado.
No me ha durado ni tres días la estación templada. Anteayer... sin medias, mañana... tejanos de nuevo. ( y un par de camisetas interiores acorazando mi sujetador sin aros)

Aquí, con el termostato a 22º, siento como sube este asqueroso calor artificial. No lo quiero, no me gusta, pero todavía detesto más mi linda piel hecha pellejo de gallina, mis firmes manos hechas témpanos temblorosos y el deseo a medio gas temeroso de que se constipen mis ingles.

El frío no está hecho para follar. Ni para una humilde paja. 
Todo es precioso en esos anuncios de nórdicos de verdadera pluma de oca, en unos hogares de tarimas preciosas y recién pulidas con suelo radiante, y un poco más allá el hogar de una chimenea de leña alfombrada por una piel de genuino oso polar sintético. Y los cuerpos refregándose bajo sábanas indias de hilo, con un tono dorado de epidérmis, que no consigo yo ni en dos meses en tarifa sin protector solar.
¡ Mentira cochina ! 

Vénganse a mi casa, donde el frío de la serranía se cuela por las rendijas de un climalit de oferta. Donde la sombra es más alargada durante el invierno que el ciprés de aquel señor. Donde el suelo de terrazo asesina mi circulación y mis pies, y el puñetero split escupe un aire tan envenado como efímero y  más costoso que la sangre de unicornio.

Y así estoy yo, tirándole una zapatilla de felpa de los chinos al televisor cada vez que aparece ese spot engañoso, mientras añoro ese pasado tan cercano en el que corría por el salón en bragas y pechugas saltarinas al aire, y cada vez que yo quería, pasaba momentos gloriosos dedicados al placer de mi carnes más ocultas y de mí  misma.

martes, 29 de octubre de 2013

Haciendo aguas




No me gustan las bañeras. 
Las estándard. Jamás he podido permitirme vivir en una casa de baños amplios con bañera de hidromasaje redonda. Así que no sé lo que son. Una vez probé un jacuzzi, a las cuatro de la tarde, a pleno sol y rodeada de graciosos que competían a ver si su pedo era más grande que el chorro. ( gracias a dios no propusieron lo mismo con sus chorras, eran zafios y grotescos)

Sé que en el mundo femenino son muy admiradas las velas aromáticas, las sales de baño, el incienso e incluso una furtiva copa de chamapán a pie de esponja. A mí me da pereza. Será que mi bañera es estrecha, que el agua sale de un termo o que mi maltrecha espalda es menos juguetona que yo. Puede que suene romántico aquello de irse cubriendo de espuma entre aguas tibias y esponjosas, dejar caer hacia atrás la cabeza a la vez que  se empapan las puntas del cabello, y mientras un perfume a frutas y flores salvajes va inundando en un vaho sensual la estancia, unos dedos propios y juguetones comienzan a resbalar  por entre los pliegues de una piel que nunca ha estado más húmeda. 

Yo es que no le veo la gracia. Esperar desnuda con mis tetas colgando durante más de media hora a que el baño se llene. Gastar litros y litros de agua para batir records en la fáctura de la luz. No soporto el incienso, las velas no me ponen cariñosa ( ahorrémonos el episodio oloroso). Y cuando una ha conseguido meter el pie y parte del culo sin escaldarse, se acomoda a lo largo con dificultad ( a lo ancho ya he comentado que es imposible), esquiva cuatro veces los mandos del grifo y se da un coscorrón con el toallero... el agua vuelve a estar fría, la espuma se ha evaporado y una se queda allí cual anguila tonta con la piel como una pasa. ¡ Maravilloso!!! ¡ Pedazo plan ! Menos mal que mis toallas son portugesas. Algodón ciento por ciento. Suaves y amorosas. Qué bien recogen mi piel, con qué dulzura y mimo la secan. Me la dejo encima mientras unto la crema hidratante por mis brazos y piernas.  Y se está tan calentita en el baño. 

Voy a tirar del tapón y mandar esa mierda de agua con complejo de manantial al sumidero. Me quedo aquí un ratito más con mi toalla. Entre tanto rizo y mis manos, hoy saldré un poco más tarde del baño.

lunes, 28 de octubre de 2013

De Sangre Real





Hace frío. 

Bueno, no sé. Tengo frío. 

Esta casa es un témpano. Yo sigo saliendo en minifalda y sin medias al fragor de la calle, mientrás en el salón me pertrecho con varios pares de calcetines y de camisetas interiores. Y éso... es muy poco sexy.
Pero bueno, conjunta con el resto. Ultimamente estoy poco sensual (que no sexual), menos apetitosa que una manzana agusanada en un cesto lleno de preciosas y brillantes reinetas. En mi cuerpo, el otoño sigue sigue inexorablemente su curso. 
Como sabéis soy preciosa, pero más allá de la pantalla también soy humana (humanamente preciosa, vale), y no todo es hermoso y maravilloso en los cuerpos de más allá de la fantasía. He de confesar, porque no soy de las que padecen en silencio, que además de voluptuosidad poseo otros muchos atributos que se maginifican con los cambios de estación. No soy, ni estoy perfecta, ni falta que me hace. Hoy la almorrana me está matando. 

Habéis leído bien. Almorrana. Tengo una y enorme. Las chicas sexys también tenemos, sobre todo las chicas sexys que padecemos estreñimiento. Un culito adorable, y tan poco efectivo. Si es que no se puede tener todo. Sigo sin ser perfecta. 

Mis pechos no son simétricos, tengo cuatro canas en el coño, ha aparecido una verruga en la espalda, hay estrías en mis muslos. me ha salido un grano en la nalga derecha y para colmo hoy no me he depilado.

Así que ya lo ves. Tengo frío, soy real, mi cuerpo no es perfecto, y piso muy fuerte con mis pequeños pies en el suelo. 

Devoluciones de mitos al fondo a la derecha, por favor.

sábado, 26 de octubre de 2013

Ganas




Como en un círculo vicioso se van los días en rojo de mi calendario. El engranaje hormonal vuelve a girar, y mientras los óvulos se asoman a las trompas en posición de salida, a mí se me alteran los biorritmos pasionales.

Ultimamente es como un mantra. Hay millones de temas que tocar en este blog, y yo sólo tengo ganas de que me toquen a mí. Es el suplicio de la súplica muda y el cosquilleo mortal de necesidad en la entrepierna.

Me siento frívola y decadente, quemando las noticias del diario con la punta de mi lengua ardiente, sin ganas de ducharme, revolviéndome entre sábanas ya gastadas y sin lustre. Esperando un sexo sucio que no llega, sacándome los ojos para no ver quien me penetra, poniendo el culo en pompa y el coño al aire reclamando un reguero de esperma caliente y denso, que calme esta hora de más  que hoy regala el reloj.

Cuantas ganas, de nuevo, y de nuevo pierdo ante las ganas.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Quita y pon.








Lástima de invierno. Le había cogido el gusto a moverme desnuda por casa. Después de tantos años renegando de mis curvas, en este final de verano les he cogido un cariño inmenso.

Siempre me ha encantado caminar descalza por la tarima en cuanto llega junio y destierro los calcetines al cajón de abajo. No hay nada como el tacto, y sobre todo el contacto. Y el contraste. Fresquito contra templado, un duelo de temperaturas a ras de piel. 
Este año he dado un paso más allá (no, no he ampliado el salón), y un día de mucho calor mandé los shorts de andar por casa y su top, castigados con los calcetines. Fue impresionante descubrir, que tan sólo eliminando un par de cientos de gramos de tela, de pronto una era inmensamente más ligera.

Y así, las tareas del hogar pasaban volando, los post se escribían casi solos, y el vecino de enfrente lo pasaba bomba cuando me dió por limpiar los cristales. Hasta que una tarde, haciéndome yo la manicura (normal, no la francesa que es una moda espantosa), me sentí incómoda, prieta y poco suelta. Me rasqué, me rasqué y volví a rascarme, hasta que dí con el problema. Eran los tirantes y la goma de sujetador y bragas respectivamente. Desabroché el primero, me bajé las segundas, y los tiré a ambos por la ventana con total regocijo y aplausos del vecino de antes ( es un poco cotilla el pobre).

Fue un instante precioso. Partes de mí misma que volvían a encontrarse. Esas caricias amistosas entre muslos e ingles en el sofá, ese chocar de pechos al descargar el lavavajillas, esa cintura amarrándose al ombligo frente al ordenador, esas nalgas... ( tengo que acordarme de comprar un cojín suavito para la silla del ordenador)

Pura fiesta de pieles, roces y firmezas alborozados. ( creo que aquel día el vecino también hizo una fiesta, entre las cortinas me pareció que tocaba la zambomba)

Con lo feliz que yo vivía, y ha venido a fastidiarlo el calendario compinchado con el termómetro. Hoy casi me da una pájara. Y, oh, triste de mí, he tenido que ponerme un pijama. Me encuentro incómoda. Os escribo casi como si no fuese yo.

Por cierto, ya no tengo vecino. Se ha suicidado. Yo no me enteré, han venido a contármelo, la cosa me pilló subiéndome las bragas.

martes, 22 de octubre de 2013

¡ Qué no ! ¡ Ni 50, ni hostias !


¡ Qué no !

Que no es mía esa que llaman nueva revolución femenina. No quiero ese puñado de sombras ni en mis estantes ni en mis manos.

Años escuchando poner a caer de un burro la literatura romántica y sus escenas horteras y subidas de tono, para ahora caer en un nuevo cliché reformado, modernizado y subido de tono hasta topes insospechados.
"Es que te pone muy caliente", me dicen. "Y van a hacer una película".

Uf, qué suerte,qué bien. Puaj. Idioteces. Merchandasing. Bet seller de pacotilla que se supone es imprescindible en la vida de una mujer moderna.

Como mujer que se lleva autogestionando desde los trece. Que rompió tabúes educacionales con su primer novio. Que fue pionera dentro de una pandilla de pazguatas que años más tarde quieren normalizar lo que ya era normal entonces. Que aprendió a redescubrir su cuerpo cada día y conocer cada milímetro de su piel. Que descubrió que le gusta el porno tanto o más que a muchos hombres. Que tiene sus fantasías más allá de tópicos femeninos. Que visita sex shops sin ningún pudor. Que tiene como primera ley el que el sexo satisfactorio empieza por la lengua, y no hay nada como pedir, explicar y contar al partenaire lo que quiere, le gusta y lo que no.

Como dueña y señora de un conejo ya muy aprendido, pero jamás experto, porque follar es igual que vivir: cada día hay algo nuevo.

... me niego a leer las puñeteras sombras de Grey que para mí no son icono ni abre la puerta de nada.

¡ Dejadme en paz!

domingo, 20 de octubre de 2013

Otoño rima con coño


El otro día alguien comentaba por aquí que estaba yo muy poética, de muy lindo escribir y que otoño por más bucólica que estuviese, otoño tenía aroma a otras cosas.

Pues bien, tenía razón. Octubre trae mucho más que hojarasca en los zapatos y nidos de zapatos en las desarboladas cabezas. Con él vienen malestares, y no hablo de los del alma y el tendendte suicidio apático de almas cariacontecidas, no.

A mí según se apaga el verano, se me cae el pelo. Y a puñados. Se me inunda el sumidero de la ducha de un textil peludo y estropajoso, que se convierte  puritita arcada vespertina el proceso de autolavado personal. Maldito cuero cabelludo, se acartona perdiendo su infantil suavidad y pica. Pica y yo me rasco. Pero como sigue habiendo un precioso castaño y dorado cabello, nadie lo nota. Ay.
Sí, ay. Se olvidan ustedes que yo no soy todo cabeza, por más privilegiada y salada que la tenga. Los folículos pilosos de mi pubis son igual de traviesos, traidores y taimados. Aprovechan estos meses para vengarse de la "chillete", la "pepilady" y de mí, y me atacan. Les da `por escamarse, enrojecerse, alterarse y calentarse. Yo y mi manicura hacemos lo que podemos... rascarnos.
Mi pequeño coño pulgoso. Recortado al bies, huérfano de pelambre, con esas tres canas al aire y picajoso.

Ay, verano caliente  y follable.
Oh, otoño ardiente y rascable.

¡ Ah, ya noto la insoportable comezón apoderánose de mi entrepierna! Yo la reto y desenfundo. Y es que ya se sabe... rascar y follar... ¡ todo es empezar!!

jueves, 17 de octubre de 2013

Cosas de otoño y piernas.


Todavía no he sido capaz de ponerme pantalones. Me resisto al otoño, me sabe la piel a verano.

Se me van a apolillar las medias y los panties. No quiero más que el tacto del aire de este cálido octubre cubriendo mis piernas. Aprovechar hasta el último momento del dorado que las pinta hasta que se destiñan pálidas en cuanto llegue la lluvia.

Botas de media caña y minifaldas sin vuelo, y el aire, la brisa, enredándose en mis pasos, mis rodillas y jugando con mis muslos. Sólo crema para suavizar el camino, y bragas limpias y divertidas para llevar el compás.

Posponer el invierno, ése que es tan frío y largo , tan gris, tan abrigado. Dar zancadas de primavera camino de algún lado , pisar el otoño con decisión y hacer de estos paseos un verano inventado, hasta que una mañana se me congele el culillo y vuelva a enfundarme unos vaqueros que hibernen mis piernas hasta el estío siguiente.

martes, 15 de octubre de 2013

Ni puntadas, ni hilo.


El otro día abusé de mi cepillo eléctrico de dientes.
Estuvo curioso descubrir, como después de más de diez años olvidado, todavía guardaba batería en su recámara. He de reconocer que nuestro reencuentro fue un delicioso placer.

Son estas cosas pequeñas de la vida, esos instantes intensos y pasajeros las que a veces dan sentido a esta carrera sin fondo que parece no tener final, aunque sepamos que el fin está jodidamente demasiado cerca. Es entonces cuando una piensa, que le den por culo a las opiniones del resto de la gente, yo no he venido aquí a hablar de mi libro, ni a que babéeis sobre él. No he ido madurando a golpe de hostias y tropezones para escuchar consejos que no pido, críticas sin base y opiniones que simplemente me la sudan. Cada momento de la vida es enormemente valioso, simplemente porque nunca vuelve, puede ser muchas veces parecido... jamás el mismo.

Así que en cada compartimento de mi vida guardo y atesoro cada vivencia que provoca en mí un pellizco en cualquier parte de mi ser. Dentro, o fuera, es igual, el caso es vivirlo y si me tercia, contarlo. Porque apetece, porque contarlo lo fotografía, lo inmortaliza, lo hace si cabe más real, porque sí, porque me da la gana, porque no hay por qués.

Y si me casco una paja ahora mismo con cualquier utensilio casero que encuentre a mi paso, éso que gana mi coño, mi instante y mi vida. Si alguien lo lee torcido, tiene un grave problema.

viernes, 11 de octubre de 2013

Quilombo mental





A veces los calores se me agolpan con la palabra durazno, se me inflaman los pezones cuando "te ponés la remera", la piel se hace gallina si tu "vieja te tiene hasta el orto" y es que no puedo evitarlo, el acento argentino me sulibeya.
Da igual que sea porteño, bonaerense, pampeano o rioplatense, esa dulzura melosa y pícara que envuelve el idioma, me derrite como una chanchita.
No tengo ni idea de argentino. Apenas dos o tres docenas de palabras, las que sabemos todos, las que soltamos con chispa cuando conocemos a alguien de la tierra del mate. Sin embargo a mí me seduce, me acelera, me desarma. Una se siente relinda, que es mucho mejor que ser guapa, y a partir de ahí todo va en in crescendo... y la cordura, vertiginosa, rueda hacia abajo.

El hombre argentino es zalamero, sabe bien lamerte la oreja. No sirve de nada estar prevenida. Es sentir esa entonación, ¡ y todo se va al carajo!!! Las bombachas  también, si es que me las pide. Le doy las bragas, el ombligo, la  humedad que provoca en mi entrepierna y toda mi concha. Ya pensaré mañana si es que tengo que pensar.

Debe ser bonito follar en argentino. Muy loco. Algo así como bailar un tango furioso y perverso hasta la tierra de fuego.
Ay, malditos tópicos, jodida imaginación, estúpido acento. Aquí estoy escribiendo en castellano y pensando en argentino, y se me van las manos, mientras vienen los calores. Esos calores de los que hablaba al principio. Acá se va haciendo invierno mientras allá llega el verano. Siempre vamos a destiempo. Se me va a quedar en el tintero "agarrarme a un argentino"...

martes, 8 de octubre de 2013

Cachonda y triste.



Hoy me he levantado cachonda y triste. Y no me siento capaz de gestionar ninguna de las dos cosas.
De hecho he saltado de la cama pero he vuelto a ella al rato, a ver si se me pasa. No. Me he visto forzada a tener que levantarme de nuevo, esta media horita extra me ha puesto todavía más cachonda y más triste.

Ahí afuera más que otoño parece una primavera espesa, se adivina calor. Mi cuerpo también lo pronostica. Y mientras mi cabeza divagaba por entre aquello que no entiende y pesa, mi piel despertaba a sensaciones imprevistas e inoportunas. 
Ponerle un stop al pensamiento no ha servido de nada, inventarme una vagina muerta, tampoco.

No es grata sensación tener la mente nublada e inquieta, amarga y densa; mientras el cuerpo se empeña en presentarse loazano y vivo, turbado y despierto... estoy excitadamente triste, que no tristemente excitada.

Me pesan las manos y la vida, y esa vida se hace ligera en mi entrepierna. De hierro esa capa del alma, de pluma esa piel de mi coño. Pechos que florecen y se alzan altivos desafiando al día, vulva que palpita querenciosa y cálida; y de nuevo el pensamiento que gira amargo y mortal, pero sin embargo no enfría.

Aquí estamos las tres. Tristeza, ardor y yo. Dándole palabras al día, para no pensar, para no pecar: ni conviene, ni apetece.

Cruzo los dedos, las neuronas y mis piernas, a ver si por lo menos llueve, y me deja limpia llevándose esta jodida mierda.

sábado, 5 de octubre de 2013

¿ Lo prefieres bello o con vello ?






Uno, dos, tres, cuatro. 
Cuatro he cazado hoy en mi pantorrilla. Asomaban rebeldes e inhiestos, allí ,entre mi suave y dorada piel.
Ya no he podido estar sentada a gusto. Cada vez que me acariciaba la pierna, ahí estaban. ¡ malditos!!!

Los odio. No soporto ni uno de más de en mi cuerpo. Y sin embargo, tampoco soy del gusto de tener uno de menos. Me dan igual las modas, los clichés y los magazines femeninos. Yo soy de tener la cantidad de pelo justo, la precisa, la exacta, es decir... muy poquito.
Lo cual es una condena que a su vez conlleva a una tortura.... abre las persianas Pommette, que entre bien la luz. Enchufa esa depiladora eléctrica del demonio que tiene más años que el catarro. Deja que el ambiente se empape de ese sonido a cortacésped comatoso. Quédate en bragas ante el fresco del otoño. Abre bien las piernas, y comienza la carnicería. 

Ay, ouch, uy, uf, ups. Esa sábana bajera cuajada de motitas negras ya no es blanca. Parece que una gata negra en celo ha decidido mudar aquí la piel. Habrá que echarla a lavar al terminar... si sobrevivo. Mira como se inflaman los poros, que tonalidad carmesí más lograda... ¡¡ son verdaderas  piernas de leprosa!! Qué monas ellas, sobreviven anestesiadas por su propio dolor. No se puede tener una piel tan suave, tan delicada, tan asertiva. Por suerte los muslos no hay que tocarlos. Jamás han sido desvirgados, ni con cera, ni cuchilla, ni aparatos diabólicos y voltáicos. 

¿Suerte he dicho? ¡ Ja! Ahora vienen las ingles. Y para efectuar este viaje, amigos, hay que ser verdaderamente valiente, una amante del riesgo. A veces me pregunto por qué esta linda actividad no está incluida en una tourné masoquista. Hay que intervenir, cercenar, desbrozar y dejar el pubis lo más retocado posible. Nada de muñecas  nancy, nada de ingles brasileñas, sólo una fina línea en unos labios que puedan demostrar que son de mujer y no de impúber. 

Podría terminar con todo ésto facilmente, sí, sucumbiendo a la llamada de las cuchillas desechables. Lo he hecho muchas veces, y siempre terminamos de la misma manera: asistiendo al nacimiento de un matorral de púas de erizo que raspan las caricias y atraviesan mis medias sin piedad.

Pero ya me váis conociendo, sabéis que nunca hay mal que por bien no venga, y detrás del desollamiento llega la crema. Yo ahí, abierta, dolorida y sin bragas. Y tanta suavidad por estrenar...

... a no ser que tú tengas otros planes. No hay nada como tu polla muy dura deslizándose coño adentro, por entre una piel todavía tierna y magullada, que la absorbe lentamente hasta una buena embestida final.

viernes, 4 de octubre de 2013

Cada vez que me mira me enciendo. Me enciendo cada vez que le miro.




Candela pura, cerilla brava.

Se me encoge el ombligo, se repliega, se esconde y me apuñala. Clavado como un disparo certero y eléctrico que se me desparrama. Electricidad, calambres, que son aire y ventolera, y me viajan en laberinto indefinido esquinando la redondez de mis deseos.

Llama viva, brasa amarga.

Revienta mi coño en mil latidos sostenidos, rompiendo la quietud de mis alarmas. Resbalo entre los charcos de mis ganas, me caigo de bruces asomada a tu ventana. Son mis venas, es mi pecho, mis entrañas quienes pican al cristal. Puro fuego ante tu alfeizar, derretida y anhelante, silenciosa y secreta, tremendamente viva deseando pasar.

Me quema densa este incendio que provocas. Arden mis tetas, mis pezones, mi clítoris y mi boca. Y ante este desperdicio de piel caliente, tan sólo se me ocurre que eches más leña al fuego. Quiero verme ceniza, rescoldo y polvo, en el marco de tus brazos, en el quicio de tus ojos.


jueves, 3 de octubre de 2013

Siempre quise tener unos pechos pequeños



Siempre quise tener los pechos pequeños.Chiquititos, ligeros, con poco contorno. Esa clase de pechos que visten genial una camiseta de tirantes no muy ajustada, sin llevar sujetador.
Deben de ser de un tacto estupendo,  de un moldeo suave y liviano, como si estuviesen rellenos de aire.
Este verano, en mis vacaciones, las ví. Eran preciosas. Eran perfectas. Sentí envidia.
Se veían tan firmes, sin gravedad, y con un pezón equiparable a unas tetas de un tamaño bastante mayor. Porque lo que me gustaría son unas tetas más pequeñas y recogidas, mis pezones son sublimes.

¿ A qué sabrán unas tetas pequeñas? ¿ qué tacto tendrán? ¿ cómo será ir libre y sin sujetador por el mundo? Me corroe la duda casi tanto como la envidia. Nunca lo sabré.

Estoy delgada, pero mi pecho se niega a apearse de la 90, jura y perjura que se bambolea como nadie en esa talla. Adoran ser turgentes y llevarme siempre la delantera. Desafían a la gravedad como pueden, y saben que todavía la esquivan bastante bien... Todavía. 
Cuando se arrepientan ya será tarde, estoy harta de decírselo. Se hacen las sordas las muy imbéciles, viven ahí anestesiadas al son de la baba aduladora del mundo masculino.

Egocéntricas de mierda.

martes, 1 de octubre de 2013

En escena




Esos ojos clavados en mí son todo lo que en ese momento pude desear.

Cuando el deseo se desborda en pasión desenfrenada y la casa está tan fría como vacía, ellos son todo lo que quiero de tí. Míos, fijos e inmóviles, sin perder detalle.
Bajarme las bragas contigo ante mí, es como subir el telón de mi lado más oculto, más perverso, más puto.
Me desvisto de ropa de la misma manera que me despojo de mis inhibiciones, los tabús, las culpas y yo misma. En un segundo me convierto en personaje. Son el segundo y el personaje más calientes del mundo. Desprovistos de pudor hacen al tiempo, y mi carne, infinitos y tremendamente follables.
No encuentro mayor placer en esos instantes que mirarme en el reflejo del anhelo de tus ojos. Estoy ahí, en tus pupilas, abierta, mojada y sucia. Sudándote y deseándote, follándome a tus ojos en cada contorsión, con cada caricia. Son ellos quienes guían los hilos invisibles de mis manos, que me pellizcan y penetran a tu entera voluntad. Son el espejo en el que me gusta mirarme mientras ejecuto este crimen de morirme a solas entretanto me acuchillan los orgasmos.

Estás al otro lado, eres mi público y mi decorado. Comienzo a excitarme de nuevo, enciende tu mirada y conecta la pantalla cariño...¡ empieza la función !