domingo, 22 de diciembre de 2013

Me gusta



tu aliento calido en ese espacio intermedio entre la oreja y mi nuca.
ese índice certero y firme delineando la curva que dibuja la piel de mi pecho.
mi mentón entre tus dientes provocando un bocado infinito y caníbal.
ser un sello hacia ninguna parte lamido mil veces por tu lengua.
la fuerza de tus manos haciendo compota de mis nalgas duras y maduras.
el viento fresco del abrir de  mis muslos de tu nariz en silencio buscando huracanes.
los pezones mordidos
y también pellizcados
ese beso perdido
esos labios marcados
los tobillos asidos 
quebrados 
haciendose astillas 
con el resto de mi cuerpo a la deriva
arrastrado por la tarima, como un fardo.
tu sudor con mi salitre
mi sudor con tu saliva
el olor a carne viva 
y la punta de tu polla empotrándose a cámara lenta donde a mí me nace el coño.
 
 

viernes, 20 de diciembre de 2013

Polvo de papel


 Follarme al post desde el fondo de la pluma de mi coño. Violarlo y partirlo en pedazos con la furia de mis labios mayores. Empaparlo de mí, contagiarlo, verter entre sus letras los fluidos de mi orgasmo. Dejar el amor a un lado, la ternura, la dulzura y el edredón bien colocado. Rasgarme el pijama y las bragas sobre un colchón deshabitado. Desnuda de caricias, desvestida de relatos, jodiendo con mis dedos mi interior y su poesía, arrasando, desgarrando, empalando el placer hasta el tuétano; masturbando mi carne, quebrando mi mente.

martes, 17 de diciembre de 2013

Fuera de programa



Hace un par de días una ducha en el gimansio se coló en mi pestaña con forma de guiño divertido. Iba a escribir hoy sobre éso. Ya no. La escritura es vida, yo vivo ambas como puedo, más una que otra, y por las dos me dejo llevar. Algo dentro de mí quiere ser escrito, así que me siento como mero instrumento de las letras que me gritan por dentro y dejaré que fluyan, que nazcan, que vivan dos o tres minutos, hasta que se cansen de sí mismas y dejen de tener sentido.

Es fácil desnudarse cuando una jamás llega a vestirse del todo, ofrecerse si la piel y el corazón son generosos, provocar desde una imaginación sin límites y una lengua ausente de tabúes. Siempre ha sido todo cierto, y casi nada mentira. Cuando me enfrento al folio blanco, me vierto y me divierto, tecleo con la parte más terrible de mi inconsistencia. No medito, no repaso, no premedito, no deshago. Nací sin goma de borrar en mi recámara, con el lápiz de vivir muy afilado, tengo doscientos  cartuchos de tinta de repuesto y una pluma tan usada que siempre está por estrenar. En el portafolios de mi espalda se acumulan las cuartillas infinitas que me doblan las costillas hasta que las dejo volar. La piel revestida de sueños, ilusiones, los amores más puros y sencillos, toneladas de emociones; la carne a pura llaga, recosida y zurcida por dolores,miedos, todas mis muertes y rencores. Y esa víscera que es la que me salva, la que supura, la llora, la que lame, la que vibra, la que sangra. Es la que viene aquí y hace borrones, la juntaletras, la rellenapáginas, la medcina, el ventilador, el vestido nuevo, las flores frescas, el agua clara, el camión de la basura tropezando con los cubos.

Soy la del culo al aire, la melena al viento, y el juicio perdido. Soy la que revienta las reglas, la que sube barreras, la que deshace fronteras. Soy la cara b y la cara a rodando de canto y cuesta abajo hacia ninguna parte; el rebobinado veloz calle arriba hasta la cima invisible. Soy lo que tú quieras por un rato porque no soy mía ni de nadie. Soy sobre todo esas cosas que no digo y que me callo.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Deshielo en mi ladera, avidez en mis caderas.



Soy de cristal  y hierro fundido. 
Tengo sabor a poema, a viento fresco, a barco hundido.
Huelo a todo aquello que aún  no he vivido. A mí, revuelta contigo cuando todavía no te has ido.
Puro fuego, puro hielo, vestido en papel y pareados sencillos.
Con la yema de tu dedo se me saltan los botones de mi ombligo, con tu lengua se desliza en cremallera la verticalidad de mis pecados.
A borbotones resbalan entre estos muslos de madera que tú haces mantequilla. Desaparece mi perfume, mi gusto, mi materia. Me hago ovillo de carne abierta, hambrienta, cocinandose en sus jugos.
Supura mi coño ansiando tu polla. 
Empalarme con ella hasta sentir las vértebras rotas.
El culo lleno del frenesí de tus pelotas.
Mi grito en la pared, la lengua seca, a navaja mis entrañas.
Y el desgarro del placer partiéndome en dos cuando perviertes mi oquedad inúndandola de tu semen más perverso.
Ahora es cuando me muerdes el cuello, y me susurras las palabras más secretas y sucias que he escuchado en mi vida...
... vuelvo a correrme. Me abrazas. Te quemas, te cortas. Besas mis pedazos de cristal y de hierro fundido. 
Yo los tiro por el retrete.
Y te suplico que vuelvas a follarme.

viernes, 13 de diciembre de 2013

La mente. Ese lugar...



La mente. Ese lugar donde se agreden las desdichas, los deseos y las culpas.
Cuarto oscuro de las folladas más inmundas y desnudas.
Retrete del despojo, pieles muertas y despieces.
Desierto de lo cuerdo, antojo del olvido, cámara lenta del vértigo más absoluto.
Yo detrás mutilando mis sesos, en canal, abiertos, insanos, posesos.
Y los ecos, taladrando recovecos, acuchillando las paredes acolchadas de mis nervios.
Coño frío, cráneo frágil, ardiente el juicio, razón inhábil.
Se me agosta un grito, se acumulan espasmos.
Se cierran carnes, vísceras, compuertas.
Con el culo al aire en las vías muertas.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Póngame en lonchas bien finas.



Ya sé lo que me pasa.

Es esta lorza de mierda. Me está amargando la vida,  y las costuras de este pantalón que casi no había estrenado. Va a reventarme el botón, y la ira.
El mágico descenso del verano, la inexplicable merma estival de curvas y carnes, la escultura perfecta se desmorona. Y yo con ella. A pesar del odio hacia mí misma por caer en el vergonzoso cliché de perfección ilusoria, se hace inevitable. Todo aquello que se fue sin haberlo propuesto, todo aquello que vino con esa marcha. La escalada hacia la cima, la victoria, la belleza en el espejo, la sensualidad abotonándome la piel, yomisma saliendo a flote... ¡ a la mierda!!! 
No deben de ser más de tres o cuatro kilos. Cuatrocientas arrobas de grasa que siento asidas a mis caderas, a mi cintura, a mi culo, a mis tetas. Agarradas como aves de rapiña descosiendo mi autoestima, desangrando la líbido, ahogando mi empuje en miserias inventadas.
Mastico angustia mientras tú me llamas imbécil, no quiero un número más en la etiqueta de mis prendas. Ni sé como se fueron, pero deberían haberse perdido, amnésicos, desmemoriados, sin opción al camino de vuelta. ¡ Putos cientos de gramos escapados del alzheimer! ¡ Pequeños grandes hijos de puta que os camuflais hasta la evidencia!!! Me cago ent todo, y me cago en mí. ¡¡ Estúpida zorra inútil, que pierdes el encanto y la actitud por unos miserables puñados de carne!!! 
Y es que encima, los muy ladinos, saben repartirse bien. 

Ellos se reparten, y yo ofrezco mi parte. Hoy tenemos los lomillos en oferta. Pasen, pasen. Yo doy la vez. 

martes, 10 de diciembre de 2013

Andén infinito




Hace ya tiempo que no me masturbo, ni follo, ni tan siquiera pienso en ninguna de las dos.
Se me congeló la imagen de mí misma en la retina de la ausencia, y no me encuetnro; tan perdida estoy que no sé ni donde tengo los dedos, ni el coño, ni las ganas. 
No es preocupante, dada mi poca constancia y mi ninguna fiabilidad mañana se me habrá pasado, bajaré de nuevo mis bragas y homenajearé al orgasmo bebiéndomelo a bocados.
O quizá no, puede que ésto sea eterno, que me vuelva plana, desierta, seca y oblicua hasta desaparecer. 
Hoy me ha salido una nueva cana en el pubis, la regla ha durado un día más, me he levantado una hora más tarde y se me ha ido un seguidor. La vida sigue su curso, a ver si hace una paradita y me monto. Ya me tarda.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Pespunte



Hay dos formas de mirar las cosas. De frente  y de canto. Yo tengo una voz horrible, así que prefiero plantar mis ojos delante y ver lo que tenga que ser.
Suelo hacerlo  con ropa. por ese algo de pudor, pero ultimamente me visto con las gafas de la desnudez. A piel abierta y temblorosa, a pecho descubierto y veloz, a víscera al aire y licuada. Mis barreras cada vez son más finas, más que el papel, más que la vida, más que los besos. Cicatrices profundas, heridas superficiales, costurones y desgarrones nuevos y añejos, cauterizo francamente mal. No es obstáculo.
Podrán venir a romperme mil veces, tengo la caja de costura repleta. Mi alma está acostumbrada a lamerse con aguja e hilo.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Dolor, día 5



Basta. 
Me paralizas, me neutralizas, me invisibilizas. Haces de mí un guiñapo, trapo deforme sin vida ni fuerzas y ausente de todo raciocinio.
Vivo en una melena de calvario crónico, frío de punzadas hirientes y eternas. Maltratas mi cuerpo, matas mi mente, me obligas a parir demencias incontroladas a través de mis vísceras marchitas. No das tregua, eres un enorme y maldito hijo de puta que quemas mi garganta, anulas mis ganas y haces que llore. Abres la puerta de la angustia y me vuelves informe. Viajo en un inmenso nudo sangrante que supura lamentos. 

Te odio con todas las fuerzas que no me dejas, me odio con todo el miedo que me impregnas. Vete, vete, donde no pueda verte, donde no pueda sentirte. Deja de atarme al sepulcro del vencido, dejame ser de nuevo yo, mierda de puto dolor.

martes, 3 de diciembre de 2013

Temperatura ambiente.


Tengo el coño templado.

La mirada serena, el pulso tranquilo y las bragas medio secas. 
Medio secas la mitad, la otra mitad medio mojadas. Media sonrisa me cruza la cara.

Me centrifuga la pelvis, alborotados los pezones, las ganas despiertas y las manos quietas. Hoy meso el deseo, lo calibro, lo reparto y dosifico. Y la piel se eriza, se encogen los dedos, muerdo el labio y aprieto las piernas. 

Has vuelto a ponerme cachonda. Ya van dos. Si hay una tercera te homenajearé con la paja más eterna que mereces, hoy no. Prefiero quedarme con esta sensación en la nuca, ese estallido en mi espina dorsal, el temblor de mi pubis, y el calor de mis senos. Gustazo y gustito recorriéndome el cuerpo. Paladear la pasión comedida en mi boca, y que mi saliva en la glotis sea tu polla. 

Hoy no me toco. No quiero. Dejaré esta tibia pasión viajándome lenta y sensual cada vez más adentro. Arderá mi orgasmo en combustión espontánea, sin haberme rozado siquiera un cabello.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Diciembre, 1.

Pereza de todo, angustia de nada.

Hipocondria severa, muñones ásperos, resurrección desahuciada, tristeza infinita, arcadas espesas, y ese enorme deseo de desaparecer. 

Hay días que hasta las pajas me dan asco.
Y yo más.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Calor artificial



Acabo de llegar del solarium. Sí, sí, ya sé, pero es que hay bonos regalo que los carga el diablo. Vengo con la piel enardecida y relajada.

Desafiando al frío, actuando como una puta cabra, una cierra la puerta del habitáculo y se desnuda. Se despoja del cómodo texil y se cubre de pelaje de ave, la moneda en la ranura, calcetines en los pies, gafas homologadas en la vista y se introduce el cuerpecito tembloroso en el estruendo del encendido de la cabina. 

Se hace la luz y un calor desértico comienza a cubrir la suave piel. De puntillas, el culo en pompa, la barbilla tensa para que los rayos penetren en cada recoveco sin dejar lugar a marcas blanquecinas. Manos arriba y asidas a las barras de seguridad, ojos cerrados evitando cualquier peligro de ceguera secundaria, la boca seca y las axilas sudorosas, los pezones calientes y erguidos apuntando ferreamente hacia el norte. Y ese calor que se va haciendo más denso, cala los poros, te tira del pelo, envuelve tus sentidos... comienza a revolverte el principio del deseo.

Inevitable. Me acaricio. Lamo con los dedos mis pechos, los oprimo, los bendigo, los alimento. No hay tiempo ni ganas para muslos, cintura y nalgas, voy directa al grano y de paso al coño. Se hace jugo entre mi mano, lo pervierto, lo penetro, lo humillo, lo magreo.  Maravillosa paja ya de cuclillas en el suelo. 

Estalla el orgasmo justo cuando se apaga la luz. Adoro ser tan oportuna.Quedarse a medias no hubiese sido una opción.

Me visto, ultimo la bufanda, y le digo hasta luego al encargado. Responde sin hacerme caso. Claro, somos tantas, no me conoce. Pobre... no sabe que hemos estado a punto de hacernos inolvidables.


martes, 26 de noviembre de 2013

Hago aguas.


No hay mejor manera de echar a perder unas bragas, que estar ovulando y comenzar a recibir mensajes con flashes de un pasado imaginado, que va alimentando el pubis de recuerdos muy cachondos.

Receptiva al deseo pasado por cuchillo, altiva en el deseo de la brutal sinceridad, despojada de sutilezas vueltas puro estorbo, y ansiosa por vomitar lo nunca dicho. El aire es para volar, no para colgar indirectas que caerán muertas como pájaros fríos e incumplidos al terminar el invierno. Es mejor abrir la boca y que te atragante una polla traidora y violenta, que morir entre retortijones de silencios comida por el cáncer de la muda respetabilidad.

Así, con todas las palabras sobre la mesa, con cada letra mamándome un pezón, con cada línea híncandose en mi coño, y esos puntos y aparte lamiéndome el clítoris. Todo en minúsculas, llevando mis humores, mis esencias, mis húmedos despojos hasta la locura más mayúscula.

Cierro la conversación completamente abierta. Mojada, sucia, espesa, densa, licuada y desparramada por entre el  algodón de esta lencería de andar por casa completamente empapada.
Bragas pastosas y descompuestas en el cesto de la colada, litros y kilos de flujo a la carrera por mis muslos desaguando en los tobillos, el deseo descompuesto e incompleto rebotando en mis entrañas vacías y llorosas. 

Si la tuviese, vendería mi alma porque me  regalases un polvo.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Me escupió algo tan sucio que no podría haberme hecho sentir más hermosa.





Desde que alguien, él, tú, me dijiste que quebrarías mi coño, me sangrarías el culo y ahogarías mi garganta entre tu lefa caliente y espesa; ya no bebo, ni como, ni duermo. Dedico mis noches a aullarle a la luna con mis fauces hambrientas y heridas, desvirgando romanticismos al aire y mendigando cojones ebrios de desamor que descarguen esperma mutilado y sediento en la alberca de la oquedad de mi culo.

El amor quedó en las manos de un loco que deshace sus sesos mientras el olvido le roe el alma desde el intestino grueso. De ahí pende un hilo, un cuarto de estómago y un ventrículo desvencijado y pútrido alimentando una carcasa ajada y frágil, reticiente a  sucumbir. 

No preciso más que ese despojo de víscera y esa masa informe de latidos que caliente mi sangre, que erice mi vello, que ponga en marcha mi piel y mi músculo, que me abra a tijera y cuchillo en canal y puedas penetrar lo que todavía queda de mí. 

Follarme con un grito al techo mientras me desahago entre tus dedos camino del desagüe. Empalarme anónima y perdida con toda la manada de tu polla y de tus huevos. Desgarrarme hasta el desangre mientras tiño el frío azulejo con mi calidez, y muera intensa, dolorida y roja entre tus brazos.

Ahora es cuando deberías morderme ese pezón que nunca has visto, notar su atrevimiento y su dulzura, y abandonarte al canibalismo más profundo con lo que queda de mi carne. 




sábado, 23 de noviembre de 2013

23


Impar. No está mal. Partiendo de que le tengo manía a los pares... 
Como número de seguidores está bastante bien para el poco tiempo que llevo por aquí, si comentasen todos sería fantástico. 
Es una línea de autobús que no he cogido nunca, ni una fecha que haya marcado alguna vez en el calendario.
Fueron los centímetros que me desvirgaron.

 Calzaba yo dieciocho añitos, una sensualidad y sexualidad internas que me desconcertaban, la cabeza llena de pájaros y mi corazón loco por ser la reina del drama. Y como no, apareció él. El chico que jugaba a hacerse el malo, el que decía romper todas las reglas, el que posaba a ser distinto y yo me lo creí a pies juntillas. Me enamoré como una loca. 

Amor de cuento, con sensaciones muy reales bajo mi ropa. Tabues prendidos en los recovecos de mi infancia, clichés ocultos en la esquinita del alma. Y besos, muchos besos. Morreos mojados, húmedos y largos. Un sofá de un día cualquiera que faltamos a clase. Aquella lata de albóndigas del ultramarinos de enfrente.  La olla con el agua hirviendo, el abrelatas oxidado, aquella masa informe y fría. Total. ¿ quien quería comer? Yo tan larga como el sofá y boca abajo. Mis ojos haciéndose los dormidos. Sus manos jugando a averiguar hasta donde podían recorrer. Clic del sujetador. Diez dedos que eran cien acariciando mi espalda. Viajando mis costados. Ganando mis axilas. Coronando mis hombros. El suspiro de mi boca queriendo ser ronquido. No pasa nada, estoy dormida, o él así debería pensarlo. Aunque él y yo sabemos que no lo estoy. Pero haciendo ver que sí, es como si no pasase, como si fuese un sueño. Luego ninguno dirá nada. Mis pechos entre sus manos. Un placer secreto indescriptible. Los pezones duros totalmente a su merced. Culo en pompa. Adiós vaqueros. Su entrepierna contra mí. Y la barrera, el obstáculo, la verguenza, abriendo mis ojos y rompiendo el momento. 

Son pocos meses, le dije. Serás el primero, le dije. No puedo hacerlo, le dije. Él fingió comprender.
 Debe ser una relación estable, me dije. Será el primero, me dije. Ha de ser con el amor de vida, me dje. Yo comencé a no entender.

Días más tarde, semanas más tarde. No recuerdo cuantas. Tampoco importa, mi cabeza maneja recuerdos tan revueltos como intensos. Y aquella lucha de me  contra mí. De aquello que debía ser contra lo que quería hacer. De lo aprendido a lo deseado. Y gané yo.

Aquel otro piso franco. La cama de los abuelos. Una colcha vieja y polvorienta. Mi camiseta interior blanca enmarcando mis pezones. Desnuda de cintura para abajo. Tendida, nerviosa, tensa y ansiosa. Él encima de mí. Lágrima. Sorpresa. Dolor. Sangre. Roce. Besos. Traqueteo. Caricias. Eternidad. 

23cm de carne después, y un segundo y una hora más tarde... dejé de ser virgen. 
Fue dolorosamente placentero y hermoso.

-¿ Estás bien? 
-Sí, estoy bien. Te quiero. Te amo.
-Yo también te quiero. ¿ Y ahora?
-Ahora yo encima, porfi. 

Y se nos hizo de noche.


jueves, 21 de noviembre de 2013

Aquel...



Nunca lo supo, y jamás lo sabrá. Tampoco importa porque no volveré a verle, pero hay intensidades que son inolvidables.

A treinta centímetros sobre el suelo y por sorpresa, en volandas entre un abrazo inmenso y unos brazos infinitos, con el corazón rebotando en la garganta y un calor repentino estallando entre mis muslos. Un adiós rápido y sin vuelta, la acera gris y gente sin rostro, el cuerpo inmóvil y la mente siguiendo tus pasos. Mis intestinos se habían ido contigo.

Yo los habría acompañado a poco que me hubieses susurrado ven con tu aliento derretido en mis tímpanos, habría hecho aguas toda mi resistencia, y mi deseo iría de tu mano raudo y veloz con tus pasos martilleandome en las ganas de mi vientre. Sin más camino que el silencio, sin más palabras que la urgencia muda. Hasta llegar allí. 

Un allí que he imaginado más de veinte veces, donde el mutismo no se rompía; sólo mi ropa bajo tus ojos y casi mi espalda contra la mesa. Tus manos descubriendo mis pechos y sellando mi boca. Tus labios mordiéndome el cuello y licuándome el alma. Y a un date la vuelta zorra, mi estómago hecho trizas contra el canto del escritorio, el vaquero de improviso en los tobillos, las bragas rotas junto a tus pies, el sonido de tu cremallera vencida  y tu bragueta despierta, y la punta de tu polla caliente y dura rozando mi cachete izquierdo.
La adrenalina me nubla, el deso me ciega, y tu voz me pone el clítoris de punta. ¡ Abre las piernas! 
Coges las riendas de mis hombros, y me penetras. Haces tuyo mi coño prieto, carnoso y húmedo. Carne con carne, sudor con sudor, hambre con hambre. Me muerdo el labio y luego gimo, te pido más. No hace falta rebosas generosidad, y polla, y ganas. Ganas que pellizcan, sudan, se despojan de camisa y a pecho descubierto se pegan a mí. Tu pecho en mi espalda, tus pezones que marcan las embestidas en mi piel, y tus huevos golpeando sin tregua en la parte rasurada de mi pubis. 
Me aprietas, me descarnas, me empalas, me follas. Es increíble la fuerza que un coño puede llegar a soportar. Y las horas. Correrse comienza a ser una opción, o no saldremos de ahí jamás.
Decides que es hora de irte, así que te dejas ir, y para que me vaya contigo, prendes tus dedos entre mis muslos, los atenazas suaves y firmes entre los labios, y masturbas sin contemplaciones mi pubis revuelto y enloquecido. Yo me evaporo en un grito, tú me inundas a grito devuelto. Te follaría mil veces, pequeña.

Y ciertamente me siento pequeña, allí de pié en aquella acera todavía gris, entre el tumulto más gris aún, con las bragas alborotadas y mojadas, y la oportunidad perdida tras aquella esquina que te vió marchar.

martes, 19 de noviembre de 2013

Ansiedad



No, de tenerte en mis brazos no. Ni de que me musites  palabras de amor tampoco. Estoy yo para romanticismos...

La vida es pura ansiedad, desgaste emocional, esfuerzo mental, nervios de punta, esperas, resoluciones inconclusas, y el reloj. Sus manecillas y el tic tac que no paran de clavetear con parches de nada en el cerebro.
Parafarmacia en la mesilla de noche, botiquin de urgencia para no detener mis sueños aunque sean deformes, inyecciones letales a costa de mis venas para poder seguir andando, alcohol diluido en sombras para despertar cada mañana esquivando las sogas que penden del cabecero de la almohada.

Hay días en que la mierda que barriste ayer pasa a ser la misma huella de  heces que dejas hoy. Y hace sol, y el cielo está azul, y las sábanas son tan blancas que te dan ganas de vomitar.

Una vez más hincas las rodillas al suelo, abres los muslos, tensas las bragas, y metes la mano. Emprendes velocidades húmedas y sucias para olvidarte de todo. Anestesias la mente masturbándote el coño. Magreas los pechos deshaciéndolos entre pellizcos indoloros. Aullas al techo. Empalas tu culo con algo romo. Llega el orgasmo. Denso, caliente, translúcido y pútrido. Tras él dos lágrimas.

Fumas un cigarro. Te lavas las manos, y vamos a por el segundo asalto. Queda mucho por lo que llorar. Creo que hoy ésto, va a llevarme todo el día.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Pan de cada día.



Se terminó la levadura cuando todavía no había decidido que tipo de pan iba a hornear.

Jirones de harina por toda la cocina, puñados de masa entre mis manos, el rodillo amenazante sobre la mesa, y tu polla con aliento a alcohol forzándome el culo como cada domingo.

Las lágrimas decidieron por mí. Mañana habrá pan amargo para comer.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Cuestión de gustos



Sí, lo confieso. Me gustan anchas. Y de gran calado también.

Es cierto. No hay nada como una buena polla gruesa y lo bastante larga como para sentirse más que colmada rebosada. Que no quede ni un centímetro de piel interior sin empalar, empujar y gozar. Follando no deben quedar resquicios, el placer ha de ser tan absoluto como espléndido. Joder siempre tendría que ser un acto generoso donde me llenes de lo mucho que tienes. Sin pudor. Sin ruegos. Sin preguntas. Lo mejor de tener mucho, es compartirlo. 

Y una vez embutida y rellena por tu verga, has de saber, que me siguen gustando anchas y de gran calado. Así que procura no abrir la boca, si no es así. Si tu mente es estrecha y de poco interés... cariño, ya puedes tener un pollón de miedo, que a mi, no me catarás una segunda vez.

martes, 12 de noviembre de 2013

Exprimida




Y cuando parece que ya no puedo  más, aún queda un atisbo de endeble fuerza. 
Me levanto, pongo un pie en el suelo  y me lanzo contra mí misma en una lucha doble contra sencilla.
Por supuesto venzo.
Por supuesto pierdo.
Mientras lamo la victoria y mis heridas retomo mis treguas. Firmo mi paz batallando con los dedos entre mis piernas. Creo que es la quinta vez que me masturbo hoy, comienzo a sentirme exprimida. Sé que tanta paja no va a solucionar nada , pero necesito ganarme aunque sea un rato. Hacerme la guerra, el amor y el llanto, para sentirme libre... aunque sea a ratos.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Me calas







Larga, larga, larga, larga.
Y caliente, muy caliente, muy muy caliente.

De ésas que te dejan lacerada y a piel roja, casi morada. De ésas que se te hace impensable e insoportable abandonar, pero debes. De ésas que de tanto  que duelen el  cuerpo, más te alivian por dentro. 
Desnuda la recibo, y desnuda la dejo. 
Acudo encendida, y templada me voy.
Seca un segundo antes, e inmensamente  mojada hasta dos minutos después. Siempre.

Mi vieja amiga. Una vez más nuestro encuentro me finaliza renovada. Tú te apagas, te recoges y lloras esa última gota. Hasta la próxima, hasta mañana, hasta cuando necesite o me haga falta, bendita ducha.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Génesis




El primero se creó a sí misma.
El segundo gozó de sí.
El tercero difundió la palabra.
El cuarto se repartió entre los más necesitados.
El sexto dejó de comulgar con lo preestablecido.
El séptimo se negó a descansar.

Adora su imágen y no tiene semejanza con nadie. Habita en su paraíso particular y está tan buena sola como acompañada. Carne de su propia carne, se ha acostumbrado a sentirse diosa entre lo terrenal.

Amén.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Sábado





Ducha exfoliante. Crema hidratante. Depilarme el bigote. Depilarme las cejas. Depilarme el culo. Limar las dos uñas que se me rompieron ayer. Reventarme este grano premenstrual. Tomar el voltaren. Poner el lavavajillas. Hacer la cama. Ventilar la casa. Ventilarme yo. Ventilarme a alguien. Estrenar el vestidito de algodón. Una caña. Quizá dos. Los pinchos justos, me está engordando el culo. Charlas. Paseo. Decir no a las adoradas castañas indigestas. Cotillear algún escaparate. La Visa ni tocarla. Volver. No me gusta la noche temprana y helada en esta horrible ciudad. Mi sofá. Dos o tres libros. Cuatro párrafos. Una partida al mezcladitos. Tirar de facebook. Cerrar las persianas. Vetar al frío. Encender la tele. No encender las luces. Una ensalada fresca. Dos pares de calcetines. Zapatillas. Una paja aburrida. Ducha caliente, ardiente, abrasadora. Relax. Más voltaren. Un myolastan de extraperlo. Sabanas frías. Nórdico fino. Y de nuevo soñar, soñar, soñar. Soñar revuelta entre mis insomnios. Maldecir. Vomitar al sábado y al domingo juntos. Masturbarme al amanecer, para follarme al día antes de que él me joda a mí.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Mis dedos



Corazones, índices, anulares, meñiques y pulgares. En cada mano cinco, que en el coño se vuelven infinitos.

Saben multiplicarse, desdoblarse y extenderse como nadie. Son capaces de la mayor sensibilidad posible, y de la fuerza más sobrehumana si la ocasión lo requiere. Poderosos e indispensables, tanto, que a veces no tengo muy claro si soy yo quien posee dedos o son ellos los que me poseen a mí... y es que he sido tantas veces poseída por ellos. Casi tantas como profanada. 

El que señala es el rey. El de la derecha. El de la izquierda no suele bajar mucho de los pechos, soy diestra y se me antoja torpe para velocidades placenteras. Le estoy muy agradecida aunque a veces lo meta en la nariz, su rotación y él me han llevado a mi pérdida más absoluta de mi locura entre estertores húmedos, plagados de piel.
Los demás, aunque peones, no son menos importantes. Sobre todo cuando se hacen ejército de puño y empalan mis oquedades hasta el orgasmo más profundo. 
Ninguno decora, todos participan, ayudan y colaboran. Hacen los pellizcos de mis senos más intensons y la exploración de mi sexo más completa; las turgencias de mis nalgas más afianzadas y el reguero de mi escote más viajado.

Divinos, humanos y endemoniados ellos. Qué delicia ser mujer, que además de tener dedos nos los podemos hacer...

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Miércoles al sol






Qué dulce este cielo azul. Tan lleno de azul de que parece limpio. Y ahí colgado, como naranja casi madura, un sol al que apetece darle un mordisco, pero tengo la boca pequeña.
Qué gusto de temperatura. Es casi como un espejismo de primavera que anima este día tan corto. Caricia suave, serena y cálida en el rostro. Agradable sensación, pero escueta.

Abro la ventana de par en par. Aparto las cortinas. Subo la persiana al máximo, tanto que he vuelto a atascarla. Me tumbo sobre la cama. Me desnudo. (creo que ésto lo he hecho hace poco, podría casi jurarlo). Ya que no puedo comerme a gajos el sol, me pelo a mí misma como una mandarina para ser yo la devorada por él. Sin bragas, sin sujetador, sin pudor y con ganas; abro mis brazos y piernas ante este inmenso mar celeste para ser penetrada por él.

Hoy el sol y sus rayos van a hacerme el amor. Quizá si tengo suerte, follarme incluso. De momento sólo me acaricia. Lo siento sobre mis tetas jugando con mis pezones todavía tostados, lo noto a fuego sobre mi clítoris buscando un espacio más húmedo y profundo, lo siento sobre mis manos apoderándose de ellas. Unos dedos que son suyos, que pellizcan y tocan, que muerden y besan, que investigan y encuentran.

Y con una mano en mi pubis, y otra en mi pecho izquierdo, comienza el disfrute, el goce, la perversión dulce del  momento al aire y los ojos cerrados. Sonrío complacida y evadida, tan fugaz como eterna. Cuanto más aprieto la teta carnosa, más dedos introduzco donde no llega el sol. Hasta que me corro y me repliego, ¡ cómo tiemblo!. Sí, siempre grito, siempre vibro, y me abrazo. 

Tirito. Éso es nuevo. Castañeteo. Éso también. Corro todavía desnuda y húmeda a cerrar el cristal. Estornudo. Me pongo mis calcetines de lana y le enseño el dedo anular a la vecina de los rulos. Voy a por un paracetamol y algo caliente. Ni yo, ni mí misma tenemos remedio. Se me fue el santo al cielo, y la pasión al infierno. Se me olvidó que ayer tuve fiebre, y que ahora esta luz, no es sol de verano, es un engaño de un violador sol de noviembre.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Ardiente




Caliente. Me pones tan, tan, tan caliente. 
Jodidamente ardiente. De una manera insoportable.
Todo a mi vera se torna calor. No importa que al otro lado de la ventana el cristal sea pura escarcha y el grito del viento gélido me rasgue los tímpanos.
Sí, calor. Y del húmedo. Demasiado.
Sobra la ropa. Me arranco el pijama. Fuera las mallas, fuera el top, fuera el sostén deportivo, fuera las bragas. Los pechos no porque no puedo arrancármelos, pero incluso ellos me sobran, están a punto de derretirse conmigo. 
Multicolor y arrugada, la sábana muestra un atisbo de tibieza, pero es sólo un segundo. El ardor es implacable y lo engulle todo de nuevo. 
Comienzo a sentirme sucia, gotas de sudor salado y cálido bajan por mi cuello, mis axilas, mi cintura, mi espalda y los pliegues de mis muslos. Es como una ducha horizontal que perla mi piel y empapa la bajera calando hasta el colchón.
Tirito. Es extraño e inexplicable, pero tiemblo de calor con las yemas de mis dedos mortalmente frías. Me pellizco con ellas los pezones para comprobar que ahí siguen, que no se han desintegrado ni fundido. Luego las deslizo hasta mi ombligo, estanque provisional de mi deshielo, y bajo hasta mis labios enredados, para aliviarlos un poco y evitar que estallen en terrible combustión.
El pelo lacio y pegajoso no me preocupa. Ni mis ojos desenfocados. Tampoco mi lengua seca. 
Nada importa mientras yazgo desnuda, temblorosa y ardiente. Sola. 

Hoy no me masturbo. No está el coño para pajas, ni el cuerpo para corridas. Sólo quiero dormir un rato. Quizá mañana, tras mil vueltas en la almohada, amanezca sintiendome  nueva y de nuevo fresca,  y vuelvan los calores buenos, los que me alivian... no los que me empañan y marchitan, como los tuyos ¡maldita fiebre!.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Descontrol




Mi maravillosidad  y yo hemos cogido un par de kilos. ¿ Y a donde han ido?
Sigue habiendo cintura. Puedo bailar una jota con tremenda soltura rozándome las uñas por delante del ombligo.
Los tobillos están intactos. Quedan igual de preciosos en un relevé que en una patada de taekwondo.
El cuello sigue mostrando clavícula. No ha dejado de ser manjar apetitoso para cualquier vampiro apegado a la fragancia de Escada. 
Pantorrillas sin novedad. Finas y seguras, pero sin alas, enfundadas en un par de medias están preciosas.
Las caderas y los muslos nunca han sido de jamelgo flaco. Ahí están aguitarrando mi figura a la española como antaño.

¿ Entonces? 
Sí, ahí. A las del post. A las que siempre quise pequeñas. A ellas. A las tetas. ¡ Asquerosas!! Ahora que os habéis habituado a la noventa queréis salir de ella, rebosar, desparramar, aniquilar mi discreto escote.
Me están rompiendo los esquemas, el molde y la paciencia. Sobre todo una de ellas, que comienza a mirar a cuenca. 

Ojalá fuesen como los globos. Tirar un poquitito del botón del pezón y que se desinflasen a voluntad. Aunque pensándolo bien, me entraría complejo de control de alcoholemia con un montón de amantes voluntarios a la voz de: ¡yo también quiero soplar !

jueves, 31 de octubre de 2013

Si queda algo de mí





No me llames por mi nombre, échalo a un lado como haces conmigo cuando te das la vuelta satisfecho después de haberme follado el rato que has querido.

Me llenas mil veces de tí, me inundas, me acuchillas, me empalas, me atraviesas el coño hasta mi entraña más profunda. Y a cada embestida tuya yo me vacío de mí misma, cada vez un poco más. Ya ni rastro queda de aquella que llegó a tí confiada y desnuda, prendida al calor que desprendías como si fuese lo único bueno que quedase sobre la faz de este cementerio. Qué equivocada estaba, que tarde me dí cuenta, ni tan siquiera ahora quiero creerlo del todo. Yo que valía imperios, cuan bajo precio me fijé, que barata me compraste, te salí incluso mejor que regalada.

Vienes cuando quieres, te marchas cuando gustas. Entremedias... me desfloras entre el barro de los posos de mi alma marchita. Me dejas muy puta cuando cierras la puerta, y me encuentras de nuevo vírgen a tu vuelta. Mi sonrisa ya es carmín de compostura, preparado con rutina y maquillaje que disfraza una ilusión que se va muriendo cada día un poco más entre tu esperma.

Cabalgas mi cuerpo esos diez minutos que te dura el interés . Usas mi piel desangrando mi carne, haciendo polvo mis huesos y desintegrando mi dignidad. Apenas queda nada de ella y de mí. Me pudro en los vaivenes de tu goce sin que a tí te importe un bledo.  Cualquier día, mientras finjo orgasmos y sonrisas, en el momento en que tu semen y tus ego resbalan sobre este coño sin vida, me romperé en mil pedazos anónimos. Porque aunque tú lo goces gritándolo mil veces, yo ya hace cien vidas que no recuerdo mi nombre.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Frío del carajo




Hoy ha sido mi primer día de calefacción. La he inaugurado.
No me ha durado ni tres días la estación templada. Anteayer... sin medias, mañana... tejanos de nuevo. ( y un par de camisetas interiores acorazando mi sujetador sin aros)

Aquí, con el termostato a 22º, siento como sube este asqueroso calor artificial. No lo quiero, no me gusta, pero todavía detesto más mi linda piel hecha pellejo de gallina, mis firmes manos hechas témpanos temblorosos y el deseo a medio gas temeroso de que se constipen mis ingles.

El frío no está hecho para follar. Ni para una humilde paja. 
Todo es precioso en esos anuncios de nórdicos de verdadera pluma de oca, en unos hogares de tarimas preciosas y recién pulidas con suelo radiante, y un poco más allá el hogar de una chimenea de leña alfombrada por una piel de genuino oso polar sintético. Y los cuerpos refregándose bajo sábanas indias de hilo, con un tono dorado de epidérmis, que no consigo yo ni en dos meses en tarifa sin protector solar.
¡ Mentira cochina ! 

Vénganse a mi casa, donde el frío de la serranía se cuela por las rendijas de un climalit de oferta. Donde la sombra es más alargada durante el invierno que el ciprés de aquel señor. Donde el suelo de terrazo asesina mi circulación y mis pies, y el puñetero split escupe un aire tan envenado como efímero y  más costoso que la sangre de unicornio.

Y así estoy yo, tirándole una zapatilla de felpa de los chinos al televisor cada vez que aparece ese spot engañoso, mientras añoro ese pasado tan cercano en el que corría por el salón en bragas y pechugas saltarinas al aire, y cada vez que yo quería, pasaba momentos gloriosos dedicados al placer de mi carnes más ocultas y de mí  misma.

martes, 29 de octubre de 2013

Haciendo aguas




No me gustan las bañeras. 
Las estándard. Jamás he podido permitirme vivir en una casa de baños amplios con bañera de hidromasaje redonda. Así que no sé lo que son. Una vez probé un jacuzzi, a las cuatro de la tarde, a pleno sol y rodeada de graciosos que competían a ver si su pedo era más grande que el chorro. ( gracias a dios no propusieron lo mismo con sus chorras, eran zafios y grotescos)

Sé que en el mundo femenino son muy admiradas las velas aromáticas, las sales de baño, el incienso e incluso una furtiva copa de chamapán a pie de esponja. A mí me da pereza. Será que mi bañera es estrecha, que el agua sale de un termo o que mi maltrecha espalda es menos juguetona que yo. Puede que suene romántico aquello de irse cubriendo de espuma entre aguas tibias y esponjosas, dejar caer hacia atrás la cabeza a la vez que  se empapan las puntas del cabello, y mientras un perfume a frutas y flores salvajes va inundando en un vaho sensual la estancia, unos dedos propios y juguetones comienzan a resbalar  por entre los pliegues de una piel que nunca ha estado más húmeda. 

Yo es que no le veo la gracia. Esperar desnuda con mis tetas colgando durante más de media hora a que el baño se llene. Gastar litros y litros de agua para batir records en la fáctura de la luz. No soporto el incienso, las velas no me ponen cariñosa ( ahorrémonos el episodio oloroso). Y cuando una ha conseguido meter el pie y parte del culo sin escaldarse, se acomoda a lo largo con dificultad ( a lo ancho ya he comentado que es imposible), esquiva cuatro veces los mandos del grifo y se da un coscorrón con el toallero... el agua vuelve a estar fría, la espuma se ha evaporado y una se queda allí cual anguila tonta con la piel como una pasa. ¡ Maravilloso!!! ¡ Pedazo plan ! Menos mal que mis toallas son portugesas. Algodón ciento por ciento. Suaves y amorosas. Qué bien recogen mi piel, con qué dulzura y mimo la secan. Me la dejo encima mientras unto la crema hidratante por mis brazos y piernas.  Y se está tan calentita en el baño. 

Voy a tirar del tapón y mandar esa mierda de agua con complejo de manantial al sumidero. Me quedo aquí un ratito más con mi toalla. Entre tanto rizo y mis manos, hoy saldré un poco más tarde del baño.

lunes, 28 de octubre de 2013

De Sangre Real





Hace frío. 

Bueno, no sé. Tengo frío. 

Esta casa es un témpano. Yo sigo saliendo en minifalda y sin medias al fragor de la calle, mientrás en el salón me pertrecho con varios pares de calcetines y de camisetas interiores. Y éso... es muy poco sexy.
Pero bueno, conjunta con el resto. Ultimamente estoy poco sensual (que no sexual), menos apetitosa que una manzana agusanada en un cesto lleno de preciosas y brillantes reinetas. En mi cuerpo, el otoño sigue sigue inexorablemente su curso. 
Como sabéis soy preciosa, pero más allá de la pantalla también soy humana (humanamente preciosa, vale), y no todo es hermoso y maravilloso en los cuerpos de más allá de la fantasía. He de confesar, porque no soy de las que padecen en silencio, que además de voluptuosidad poseo otros muchos atributos que se maginifican con los cambios de estación. No soy, ni estoy perfecta, ni falta que me hace. Hoy la almorrana me está matando. 

Habéis leído bien. Almorrana. Tengo una y enorme. Las chicas sexys también tenemos, sobre todo las chicas sexys que padecemos estreñimiento. Un culito adorable, y tan poco efectivo. Si es que no se puede tener todo. Sigo sin ser perfecta. 

Mis pechos no son simétricos, tengo cuatro canas en el coño, ha aparecido una verruga en la espalda, hay estrías en mis muslos. me ha salido un grano en la nalga derecha y para colmo hoy no me he depilado.

Así que ya lo ves. Tengo frío, soy real, mi cuerpo no es perfecto, y piso muy fuerte con mis pequeños pies en el suelo. 

Devoluciones de mitos al fondo a la derecha, por favor.

sábado, 26 de octubre de 2013

Ganas




Como en un círculo vicioso se van los días en rojo de mi calendario. El engranaje hormonal vuelve a girar, y mientras los óvulos se asoman a las trompas en posición de salida, a mí se me alteran los biorritmos pasionales.

Ultimamente es como un mantra. Hay millones de temas que tocar en este blog, y yo sólo tengo ganas de que me toquen a mí. Es el suplicio de la súplica muda y el cosquilleo mortal de necesidad en la entrepierna.

Me siento frívola y decadente, quemando las noticias del diario con la punta de mi lengua ardiente, sin ganas de ducharme, revolviéndome entre sábanas ya gastadas y sin lustre. Esperando un sexo sucio que no llega, sacándome los ojos para no ver quien me penetra, poniendo el culo en pompa y el coño al aire reclamando un reguero de esperma caliente y denso, que calme esta hora de más  que hoy regala el reloj.

Cuantas ganas, de nuevo, y de nuevo pierdo ante las ganas.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Quita y pon.








Lástima de invierno. Le había cogido el gusto a moverme desnuda por casa. Después de tantos años renegando de mis curvas, en este final de verano les he cogido un cariño inmenso.

Siempre me ha encantado caminar descalza por la tarima en cuanto llega junio y destierro los calcetines al cajón de abajo. No hay nada como el tacto, y sobre todo el contacto. Y el contraste. Fresquito contra templado, un duelo de temperaturas a ras de piel. 
Este año he dado un paso más allá (no, no he ampliado el salón), y un día de mucho calor mandé los shorts de andar por casa y su top, castigados con los calcetines. Fue impresionante descubrir, que tan sólo eliminando un par de cientos de gramos de tela, de pronto una era inmensamente más ligera.

Y así, las tareas del hogar pasaban volando, los post se escribían casi solos, y el vecino de enfrente lo pasaba bomba cuando me dió por limpiar los cristales. Hasta que una tarde, haciéndome yo la manicura (normal, no la francesa que es una moda espantosa), me sentí incómoda, prieta y poco suelta. Me rasqué, me rasqué y volví a rascarme, hasta que dí con el problema. Eran los tirantes y la goma de sujetador y bragas respectivamente. Desabroché el primero, me bajé las segundas, y los tiré a ambos por la ventana con total regocijo y aplausos del vecino de antes ( es un poco cotilla el pobre).

Fue un instante precioso. Partes de mí misma que volvían a encontrarse. Esas caricias amistosas entre muslos e ingles en el sofá, ese chocar de pechos al descargar el lavavajillas, esa cintura amarrándose al ombligo frente al ordenador, esas nalgas... ( tengo que acordarme de comprar un cojín suavito para la silla del ordenador)

Pura fiesta de pieles, roces y firmezas alborozados. ( creo que aquel día el vecino también hizo una fiesta, entre las cortinas me pareció que tocaba la zambomba)

Con lo feliz que yo vivía, y ha venido a fastidiarlo el calendario compinchado con el termómetro. Hoy casi me da una pájara. Y, oh, triste de mí, he tenido que ponerme un pijama. Me encuentro incómoda. Os escribo casi como si no fuese yo.

Por cierto, ya no tengo vecino. Se ha suicidado. Yo no me enteré, han venido a contármelo, la cosa me pilló subiéndome las bragas.

martes, 22 de octubre de 2013

¡ Qué no ! ¡ Ni 50, ni hostias !


¡ Qué no !

Que no es mía esa que llaman nueva revolución femenina. No quiero ese puñado de sombras ni en mis estantes ni en mis manos.

Años escuchando poner a caer de un burro la literatura romántica y sus escenas horteras y subidas de tono, para ahora caer en un nuevo cliché reformado, modernizado y subido de tono hasta topes insospechados.
"Es que te pone muy caliente", me dicen. "Y van a hacer una película".

Uf, qué suerte,qué bien. Puaj. Idioteces. Merchandasing. Bet seller de pacotilla que se supone es imprescindible en la vida de una mujer moderna.

Como mujer que se lleva autogestionando desde los trece. Que rompió tabúes educacionales con su primer novio. Que fue pionera dentro de una pandilla de pazguatas que años más tarde quieren normalizar lo que ya era normal entonces. Que aprendió a redescubrir su cuerpo cada día y conocer cada milímetro de su piel. Que descubrió que le gusta el porno tanto o más que a muchos hombres. Que tiene sus fantasías más allá de tópicos femeninos. Que visita sex shops sin ningún pudor. Que tiene como primera ley el que el sexo satisfactorio empieza por la lengua, y no hay nada como pedir, explicar y contar al partenaire lo que quiere, le gusta y lo que no.

Como dueña y señora de un conejo ya muy aprendido, pero jamás experto, porque follar es igual que vivir: cada día hay algo nuevo.

... me niego a leer las puñeteras sombras de Grey que para mí no son icono ni abre la puerta de nada.

¡ Dejadme en paz!

domingo, 20 de octubre de 2013

Otoño rima con coño


El otro día alguien comentaba por aquí que estaba yo muy poética, de muy lindo escribir y que otoño por más bucólica que estuviese, otoño tenía aroma a otras cosas.

Pues bien, tenía razón. Octubre trae mucho más que hojarasca en los zapatos y nidos de zapatos en las desarboladas cabezas. Con él vienen malestares, y no hablo de los del alma y el tendendte suicidio apático de almas cariacontecidas, no.

A mí según se apaga el verano, se me cae el pelo. Y a puñados. Se me inunda el sumidero de la ducha de un textil peludo y estropajoso, que se convierte  puritita arcada vespertina el proceso de autolavado personal. Maldito cuero cabelludo, se acartona perdiendo su infantil suavidad y pica. Pica y yo me rasco. Pero como sigue habiendo un precioso castaño y dorado cabello, nadie lo nota. Ay.
Sí, ay. Se olvidan ustedes que yo no soy todo cabeza, por más privilegiada y salada que la tenga. Los folículos pilosos de mi pubis son igual de traviesos, traidores y taimados. Aprovechan estos meses para vengarse de la "chillete", la "pepilady" y de mí, y me atacan. Les da `por escamarse, enrojecerse, alterarse y calentarse. Yo y mi manicura hacemos lo que podemos... rascarnos.
Mi pequeño coño pulgoso. Recortado al bies, huérfano de pelambre, con esas tres canas al aire y picajoso.

Ay, verano caliente  y follable.
Oh, otoño ardiente y rascable.

¡ Ah, ya noto la insoportable comezón apoderánose de mi entrepierna! Yo la reto y desenfundo. Y es que ya se sabe... rascar y follar... ¡ todo es empezar!!

jueves, 17 de octubre de 2013

Cosas de otoño y piernas.


Todavía no he sido capaz de ponerme pantalones. Me resisto al otoño, me sabe la piel a verano.

Se me van a apolillar las medias y los panties. No quiero más que el tacto del aire de este cálido octubre cubriendo mis piernas. Aprovechar hasta el último momento del dorado que las pinta hasta que se destiñan pálidas en cuanto llegue la lluvia.

Botas de media caña y minifaldas sin vuelo, y el aire, la brisa, enredándose en mis pasos, mis rodillas y jugando con mis muslos. Sólo crema para suavizar el camino, y bragas limpias y divertidas para llevar el compás.

Posponer el invierno, ése que es tan frío y largo , tan gris, tan abrigado. Dar zancadas de primavera camino de algún lado , pisar el otoño con decisión y hacer de estos paseos un verano inventado, hasta que una mañana se me congele el culillo y vuelva a enfundarme unos vaqueros que hibernen mis piernas hasta el estío siguiente.

martes, 15 de octubre de 2013

Ni puntadas, ni hilo.


El otro día abusé de mi cepillo eléctrico de dientes.
Estuvo curioso descubrir, como después de más de diez años olvidado, todavía guardaba batería en su recámara. He de reconocer que nuestro reencuentro fue un delicioso placer.

Son estas cosas pequeñas de la vida, esos instantes intensos y pasajeros las que a veces dan sentido a esta carrera sin fondo que parece no tener final, aunque sepamos que el fin está jodidamente demasiado cerca. Es entonces cuando una piensa, que le den por culo a las opiniones del resto de la gente, yo no he venido aquí a hablar de mi libro, ni a que babéeis sobre él. No he ido madurando a golpe de hostias y tropezones para escuchar consejos que no pido, críticas sin base y opiniones que simplemente me la sudan. Cada momento de la vida es enormemente valioso, simplemente porque nunca vuelve, puede ser muchas veces parecido... jamás el mismo.

Así que en cada compartimento de mi vida guardo y atesoro cada vivencia que provoca en mí un pellizco en cualquier parte de mi ser. Dentro, o fuera, es igual, el caso es vivirlo y si me tercia, contarlo. Porque apetece, porque contarlo lo fotografía, lo inmortaliza, lo hace si cabe más real, porque sí, porque me da la gana, porque no hay por qués.

Y si me casco una paja ahora mismo con cualquier utensilio casero que encuentre a mi paso, éso que gana mi coño, mi instante y mi vida. Si alguien lo lee torcido, tiene un grave problema.

viernes, 11 de octubre de 2013

Quilombo mental





A veces los calores se me agolpan con la palabra durazno, se me inflaman los pezones cuando "te ponés la remera", la piel se hace gallina si tu "vieja te tiene hasta el orto" y es que no puedo evitarlo, el acento argentino me sulibeya.
Da igual que sea porteño, bonaerense, pampeano o rioplatense, esa dulzura melosa y pícara que envuelve el idioma, me derrite como una chanchita.
No tengo ni idea de argentino. Apenas dos o tres docenas de palabras, las que sabemos todos, las que soltamos con chispa cuando conocemos a alguien de la tierra del mate. Sin embargo a mí me seduce, me acelera, me desarma. Una se siente relinda, que es mucho mejor que ser guapa, y a partir de ahí todo va en in crescendo... y la cordura, vertiginosa, rueda hacia abajo.

El hombre argentino es zalamero, sabe bien lamerte la oreja. No sirve de nada estar prevenida. Es sentir esa entonación, ¡ y todo se va al carajo!!! Las bombachas  también, si es que me las pide. Le doy las bragas, el ombligo, la  humedad que provoca en mi entrepierna y toda mi concha. Ya pensaré mañana si es que tengo que pensar.

Debe ser bonito follar en argentino. Muy loco. Algo así como bailar un tango furioso y perverso hasta la tierra de fuego.
Ay, malditos tópicos, jodida imaginación, estúpido acento. Aquí estoy escribiendo en castellano y pensando en argentino, y se me van las manos, mientras vienen los calores. Esos calores de los que hablaba al principio. Acá se va haciendo invierno mientras allá llega el verano. Siempre vamos a destiempo. Se me va a quedar en el tintero "agarrarme a un argentino"...

martes, 8 de octubre de 2013

Cachonda y triste.



Hoy me he levantado cachonda y triste. Y no me siento capaz de gestionar ninguna de las dos cosas.
De hecho he saltado de la cama pero he vuelto a ella al rato, a ver si se me pasa. No. Me he visto forzada a tener que levantarme de nuevo, esta media horita extra me ha puesto todavía más cachonda y más triste.

Ahí afuera más que otoño parece una primavera espesa, se adivina calor. Mi cuerpo también lo pronostica. Y mientras mi cabeza divagaba por entre aquello que no entiende y pesa, mi piel despertaba a sensaciones imprevistas e inoportunas. 
Ponerle un stop al pensamiento no ha servido de nada, inventarme una vagina muerta, tampoco.

No es grata sensación tener la mente nublada e inquieta, amarga y densa; mientras el cuerpo se empeña en presentarse loazano y vivo, turbado y despierto... estoy excitadamente triste, que no tristemente excitada.

Me pesan las manos y la vida, y esa vida se hace ligera en mi entrepierna. De hierro esa capa del alma, de pluma esa piel de mi coño. Pechos que florecen y se alzan altivos desafiando al día, vulva que palpita querenciosa y cálida; y de nuevo el pensamiento que gira amargo y mortal, pero sin embargo no enfría.

Aquí estamos las tres. Tristeza, ardor y yo. Dándole palabras al día, para no pensar, para no pecar: ni conviene, ni apetece.

Cruzo los dedos, las neuronas y mis piernas, a ver si por lo menos llueve, y me deja limpia llevándose esta jodida mierda.