Hay veces en las que alguno de vosotros traspasa el blog, la distancia e incluso la pantalla, y se me cuela en casa, entonces me susurra o me grita algo en la oreja, casi siempre doy un bote en la silla o el colchón.
Puede ser sólo una frase, una retahíla de preguntas o una fasciannte conversación. Minutos u horas. Y lo que me gustan esos ratitos que nunca se sabe como acabarán. O sí, o no. Según.
Ayer hablaba yo a las tantas de la mañana con un amigo ( mola que un lector se vuelva amigo, ¿ verdad?, es ese puntillo interactivo de la cuestión que resulta altamente seductor), de manera distendida. Una charla de nada en concreto y de todo en general. Hasta que en una batería de preguntas me suelta de repente: ¿ Y tú qué es lo más grande que te has metido por el coño?
Primero te ríes, luego te asustas, luego te vuelves a reir, y entonces te invade la incógnita muda. A ver como sale una indemne de una pregunta así. Hasta que te das cuenta, de que te lo han preguntado de una forma tan natural, abierta y cortés, como si la duda hubiese sido de que marca son las galletas que tomo por la mañana; y que además no esconde dobleces. Entonces lo mejor es contestar igual de natural, abierta y cortés, y seguir riéndonos y charlando, aunque logicamente la conversación derive por otros derroteros. Y tampoco pasa nada. Incluso hasta es agradable a ratos, muy agradable, puede que en algunos minutos sexy también, y sensual, y adictivo.
Y todo éso, porque mi amigo sabe. Sabe ser inteligente ( hay inteligentes que no saben ser, creedme), sabe cómo preguntarme, sabe poseer una naturalidad y desparpajo sorprendentes, sabe tratarme, sabe cuidarme, sabe cómo decirme cada frase o pregunta en el momento preciso y de la manera concreta. Es un hombre estupendo, muy divertido, con un coco enorme y bien amueblado y muy respetuoso. A veces el muy bobo, me pone super cachonda. Es un niño fantástico.
Por cosas así, vale la pena este blog. Además de por sí mismo, de mi peculiar manera de compartir el sexo, de mi adicción a escribir, de mi vena sexual y sensual, estas cosas endulzan los altibajos del viaje bloggero. Como la vida misma. Como la pura y puta realidad.
Siempre habrá un polvo para un descosido.
Éso es lo que cuenta.