domingo, 29 de septiembre de 2013

Caliente, caliente



Me he levantado dolorida.
¡ Malditos sueños erógenos con sabor a tí !
Estoy enferma. Tengo calor, sudo y el ritmo cardíaco va a explosionar de un  momento a otro.
El termómetro marca treintayseis grados y medio, ¿ pero qué sabrá el mercurio del ardor vaginal?
Hiervo  en fiebres apasionadas y vacías. Me queman los dedos, las ganas y el coño. Mi corazón ya no palpita solo, y mi cerebro ya no piensa, todo mi riego sanguíneo compite por acumularse en mis labios mayores. Y duele.
Duele como la ebullición de mis pezones que se van fraguando en acero incorruptible, indestructibles.
La temperatura del deseo va subiéndome in crescendo, ya no aguanto ni vestida, ni desnuda, ni seca, ni mojada. Siento que me voy a tener que derretir sin esperarte.
Voy a empezar a cenarme sin tí, cariño. Quizá, si llegas a la hora del postre, queden mis sobras... pero ya estarán frías.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Terapias alternativas... una buena paja.






Como de momento no me lee apenas nadie y todavía me comentan menos. 
Aún a costa de perder alguno de los pocos seguidores que tengo, en un óbito repentino de suprema escandalización... voy a darme el lujo de repetirme. Total que algo te repita no es agradable, pero cuando sabe a una misma se puede incluso paladear.
El caso es que seguía con ganas de follar, y la verdad es que no follé. Me puse de muy mal café (no del relaxing en la plaza mayor, del otro, del que amarga en un pijama sucio y el pelo revuelto entre los cojines del sofá), nerviosa, ansiosa, angustiada. Los días comenzaron a torcerse, y las noches a esquinarse. Caí en la agorafobia más profunda durante una semana. ¿ Para qué salir a la calle, si el mundo no quería hacerme el amor?
Fueron jornadas terribles, de mucho dolor de cabeza y automedicación. Ya sabéis, ansiolíticos, antidepresivos, paracetamoles, chocolate, torreznos, myolastan de contrabando, leche condensada...
Hasta ayer, que estaba yo rascándome los ovarios por debajo del short hasta que tropecé con la goma de la braga, y la goma de la braga tropezó con mis labios mayores, que a su vez chocaron con mi clítoris.
Así que sin beberlo ni beberlo (porque comerlo ya me lo había comido todo esa tarde frente al Sálvame), me ví acariciandome el coño presa de un frenesí tan excitante como embriagador. 
Mmmm, me estremezco con sólo recordarlo. Mi dedo índice juguetón dando vueltecitas a ese mágico resorte de piel, mis manos rozando estas caderas suaves mientras me quitaba el pantaloncito y las bragas, mis piernas que comenzaban a necesitar abrirse en infinita tensión, mis empeines arqueados casi al mismo límite que mi espalda, y un gemido sordo y húmedo que pugnaba por salir de mi garganta. 
¡ Qué media hora más genial !!! Me corrí frente al televisor de una forma inusitadamente exagerada.

Dormí como una cachorrilla, y me desperté relajada y tranquila. Hoy ha sido un remanso de paz y salud. He aprovechado para hacer limpieza. Toda la mañana con el plumero en mano tarareando Edelweiss al más puro estilo Julie Andrews. Hasta que ha comenzado a ladrar el perro del vecino, a sonar el patio de vecinos a reggeton", a asomar las facturas del banco por la hendidura de debajo de la puerta, y me he puesto otra vez de mala hostia...

... ahora vengo, voy al sofá que me molesta la goma de las bragas.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Hoy me apetece follar...




Hoy me apetece follar, y no tengo con quien.
Me apetece salir desnuda a la calle y elegir, y ser elegida.
Tumbarme con la espalda al aire sobra la fresca hierba.
Tú encima, yo debajo y el silencio alrededor. 
¡ Será delicioso romperlo a gritos, jadeos y dos mil gotas de sudor !!
Después vete, sin decir nada. No quiero verte, ni que me mires.
Que vengan a mirarme todos aquellos otros que una vez no quisieron y ahora morirían por un pedazo de mí.
Puede que incluso el orgasmo sea mayor si me masturbo sabiendome prohibida, que si follo contigo sintiéndome regalada.

martes, 17 de septiembre de 2013

Por algún lado habrá que empezar...



Llevo días y días intentando escribir algo.
Yo venía a hablar de mis chorradas en este humilde umbral al mundo, así como muy anónimamente, así como pasando de puntillas. Y hete aquí que me encuentro con más de una expectativa y ésto no se ha puesto aún a andar. ¡ madre mía!
Por más que una escriba para una ( y esa una son un millón, que soy yo), la cosa se pone como una olla expres en ebullición. Venga chop chop, chop chop, chop chop.
Y encima me viene la regla (no seguiré hablando del chop chop, por no herir susceptibilidades), y entonces me pongo de mala hostia, y ansiosa, y nerviosa, y temerosa. Menos mal que hay crema de avellana y cacao en la nevera, menos mal que hay cucharas soperas en el cajón de la cocina, menos mal que no hay nadie que me vea empuñando ambas, y poniéndome cerda en el sofá de casa mientras veo telebasura.
Sí, sí. Mientras los ovarios hablan, gritan, te arañan la pelvis y te tocan la moral, la conciencia está muda y la culpa sorda. Mañana, o pasado mañana (porque con  estos ciclos menstruales tipo Guadiana, que me ha tocado en la tómbola de luz y de color de la vida femenina, a saber cuando para ésto) aparecerá el mesar de cabellos, los golpes de pecho, los arrepentimientos y los propósitos de enmienda que jamás se cumplirán.
Hoy pasaré frente al espejo metiendo barriga y justificando compresa en mano mis bacanales chocolateadas.
Mañana, o pasado mañana, me subiré y bajaré cuatrocientasveinticinco veces la camiseta para ver si ese michelín que crece y mengua a su antojo, se transforma en algo así como una tabla de planchar o una ensaimada rellena de crema.
Sea cual sea la mutación, lloraré de rabia por dentro y juraré poniendo a Dios por testigo, que jamás volveré a comer nuttella, o nocilla o sucedáneos de marca blanca.
Y la vida seguirá su curso, igual que mi paranoia.
Quedan 14 días para la ovulación.
La vida no es un ciclo, la vida es ciclotímica... y yo más.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Declarándome sin ninguna intención




Hay cosas que se pueden decir.
Otras necesitan ser dichas pero no se debe.
Incluso hay algunas que nunca tendrían que romper el silencio.

Lo malo es que si se mastican y se tragan, la digestión puede ser terrible; y creo que no soy capaz de aguantar más placebos de sal de fruta en mi vida.

Así que si vienes con las orejas y la mente abiertas, aunque estén sucias...adelante. Si no, ahí tienes la puerta, no te necesito. Este blog no es para tí, es para mí. Y hay cosas que si no las escribo... reviento.