lunes, 11 de junio de 2018

Todos los días comienzan por una mañana.



Abrir los ojos. Tocar la sábana fría que pertenece al otro lado de la cama. Vacío. Cerrar los ojos. Tocar la zona de la entrepierna del pijama que pertenece a mi coño. Vacío. Suspirar.  Pellizcarse un pezón. Acariciar el pecho. Estrujarlo un poco. Sacar la lengua. No hay un beso de respuesta. Bah. Será mejor desnudarse. Y no mirarse en el espejo. Será mejor meterse en la ducha. Y no entretenerse demasiado con la palma de la mano y el gel. Será mejor secarse. Y hacerlo lo más rápido posible. Será mejor vestirse. Y huir a la calle. Escapar. Con el vientre caliente. La entrepierna caliente. El coño caliente. Y suspirar. El resto del día. Cruzar las piernas. Cuando esté sentada. Apretar los muslos. Cuando esté de pie. Y esperar a que llegue la noche. Y estar muerta. De cansancio. Después de un día yendo a un millón de sitios. Derrotada. Sin ganas de nada. Sólo de leer un rato. Y dormir. Y volver a despertarse. Y abrir los ojos. Y cerrar los ojos. Y todo lo demás. De nuevo. Echo de menos ese sexo por la mañana. Ese follar improvisado y desprevenido. Ese sexo sorpresa. Aunque haya estado toda lo noche deseándolo. Abrir los ojos. Y ver otros ojos encima de mí. Deseándome. Taladrando mi pupila con su deseo. Y la polla. Frotándose en mi entrepierna. Frotándose contra mi coño. Muy dura. Como esa mirada. A punto de follarme. Entonces un beso intenso. Tan mojado como mi coño. Y yo abriendo las piernas. Y la polla entrando. Y mi cabeza girando. Y ya no suspiro. Gimo. Que es lo que todas las mañanas deseo hacer. Gemir. Y gritar. Y salir a la calle llena. Y exhausta. Y feliz. Entonces desearía. Llegar a casa de noche. Tan cansada. Que sólo quisiera leer un rato. Y después me leyeran a mí. En braille. Yemas de diez dedos leyendo mi piel. Jugando. Y vaciarme mientras me lleno. Justo antes de dormir. Dormir es morirse un poco. Qué mejor forma de morirse. De dejarse ir. Que mientras te follan. Y lo mismo. Al resucitar. También me gustaría. Ser yo la que provoque la muerte. Y la resurrección. Pero no hay nadie al otro lado de la cama. Así que será mejor desnudarse. Y no pensar. Y no tocar. Y luego huir. Mataría ahora mismo por un beso. Ese beso de te voy a romper en mil pedazos. Mataría. Y me dejaría morir por él. Y luego huir. Porque ya es tarde. 

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