sábado, 2 de noviembre de 2013

Descontrol




Mi maravillosidad  y yo hemos cogido un par de kilos. ¿ Y a donde han ido?
Sigue habiendo cintura. Puedo bailar una jota con tremenda soltura rozándome las uñas por delante del ombligo.
Los tobillos están intactos. Quedan igual de preciosos en un relevé que en una patada de taekwondo.
El cuello sigue mostrando clavícula. No ha dejado de ser manjar apetitoso para cualquier vampiro apegado a la fragancia de Escada. 
Pantorrillas sin novedad. Finas y seguras, pero sin alas, enfundadas en un par de medias están preciosas.
Las caderas y los muslos nunca han sido de jamelgo flaco. Ahí están aguitarrando mi figura a la española como antaño.

¿ Entonces? 
Sí, ahí. A las del post. A las que siempre quise pequeñas. A ellas. A las tetas. ¡ Asquerosas!! Ahora que os habéis habituado a la noventa queréis salir de ella, rebosar, desparramar, aniquilar mi discreto escote.
Me están rompiendo los esquemas, el molde y la paciencia. Sobre todo una de ellas, que comienza a mirar a cuenca. 

Ojalá fuesen como los globos. Tirar un poquitito del botón del pezón y que se desinflasen a voluntad. Aunque pensándolo bien, me entraría complejo de control de alcoholemia con un montón de amantes voluntarios a la voz de: ¡yo también quiero soplar !

7 comentarios:

  1. Jajajaajajaja!
    Jajajajajajaja!

    Ay! Si encuentras el truco para desinflarlas me lo cuentas!!!!!

    Eres taaaaaaan grande...

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    1. creo que pasando más hambre que el perro de un ciego :/

      qué vaaaaaa...

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  2. Jajajajajja pues sí que tienes razón además a ese control de alcoholemia, seguro que serían muchos los voluntarios jajajaja tienes un estupendo sentido del humor.

    Un beso.

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    1. ¡¡ muchas colas !!!! digo... ¡¡¡ muchas filas !!! ;)

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  3. leo el título de la entrada y espero encontrar el rugido de la bestia enjaulada y en cambio leo algo parecido a la itv de un automóvil.
    ya es la segunda vez que me pasa contigo. no es tu culpa, es mi mente que se precipita en la batalla del primitivismo.
    saludos

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  4. Son las tetas en lo primero que me fijo cuando me presentan a una mujer. Bueno, si no me la presentan pero está cerca de mí, también. Y una talla noventa...¡qué buenas tetas! De esas que te llenan la mano... Pommette, tú con tu buen par de tetas y yo que soy un buen soplador, de soplar, haríamos hasta música. :)

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